La presa de Monte Grande: umbral del sur

La presa de Monte Grande: umbral del sur

Rústicos caminos  trazados por cagarrutas de chivos y ovejos diseñan un obligado cordón umbilical terrestre entre Monte Grande, Honduras, Santana, Bayahonda y Tamayo.

Es la ruta cotidiana que siguen sandalias de pobreza arrastradas por cultivadores de una tierra calcinada y por pastores sedentarios  ordeñadores de  cabras de tetas secas que violan cada mañana sol afuera la virginidad de las auroras, si es que en este Sur podría llamársele aurora al rostro severo   de  un  sol desafiante, duro, áspero, ríspido, implacable, que quema sin piedad la corteza de los  cambrones y los guayacanes.

Monte Grande podría ser  un terraplén más de este Sur  salitroso, perfumado de Sal, en donde baitoas y ciguas,  iguanas  y  guazábaras,  cohabitan  por siglos de sequía.

Pero para los sureños Monte Grande es más que eso: es nuestro  Monte Sinaí.

Es, para nosotros, el sitio bíblico donde el agua   dignificará la vida, la esperanza, la razón de existir. De donde vendrán nuevas alegrías, muy escasas ellas por siempre, a estas nuestras tierras a las que si bíblicamente  por disposición divina no han sido escogidas como lugar sagrado para, según el libro del éxodo, recibir los 10 mandamientos de Moisés, a Monte Grande, planicie situada entre los 71º de Longitud Oeste y los 18.00º  de Latitud Norte, los  346,3l5 suroestanos que estamos aguas más abajo del área de influencia de la Presa ya lo percibimos como el lugar escogido por Divino Mandato para que se optimicen las demandas de riego, se incremente el área de productividad y de las tierras actualmente irrigadas, y se incremente en 32,468.6  hectáreas entre  Barahona, Bahoruco e  Independencia la zona de riego en beneficio del 40.55% de la población del Suroeste.

El Suroeste es la región de la esperanza. Monte Grande es la dignificación del Sur Oeste.

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