La presa sumergió poblado de Hatillo

La presa sumergió poblado de Hatillo

La paso de la tormenta Olga también inundó viviendas de Pueblo Nuevo. Además, de destruir la agricultura y afectar seriamente la pesca, que había sido golpeada por la tormenta Noel.

POR LLENNIS JIMÉNEZ

COTUÍ, Sánchez Ramírez, Permanecían ayer bajo el agua quince de las 30 viviendas de la comunidad de Pueblo Viejo, en tanto, la otra mitad de la población se quedó en sus casas desafiando el peligro de dos presas desbordadas.

Mientras que el poblado de Hatillo, cercado y aislado por la presa del mismo nombre, fue abandonado por 45 de los 70 hogares desde hace años viven aquí de la pesca, la ganadería, la agricultura y la minería.

Al día de hoy, las 25 familias que aguardar el desenlace de los tristes episodios a que los ha sometido la naturaleza, están en casas con paredes agrietadas y vacías, porque los ríos y las presas se llevaron todo. Lo que dejaron fueron    pérdidas en los distintos modos de producción que las sustentan.

La gente de Hatillo come lo que Dios les depare y esto también implica salir al pueblo en bote en busca de los escasos alimentos que distribuye el gobierno o afanarse recolectando lo poco que tienen los conucos.  Los habitantes cuentan que la pasada semana recibieron 150 raciones de alimentos crudos, luego no les llegó más nada.

No hay agua para el consumo humano, el transporte terrestre desapareció porque el puente y la avenida que conducen a Hatillo están sepultados en el agua de las presas de Hatillo y de Blanco que se unen con el río Yuna.

Los pequeños productores y campesinos hablan de que lo perdieron todo con la primera tormenta Noel, del pasado 28 de octubre, y que con Olga, la segunda tormenta, terminó de desaparecer la ganadería, los cultivos de plátanos y de hortalizas.

La Asociación de Pescaderos de Hatillo hace las coordinaciones para tratar de conseguir ayuda y un pueblo nuevo para los habitantes, por medio del gobierno, siempre que no los alejen de sus medios de producción.

Surgió un impasse con el síndico Roberto Cruz, a quien acusan de intentar mudarlos al campo de La Raíz, de Maimón, fuera de la jurisdicción y a 20 kilómetros de su área pesquera, lo que no aceptan.

Exigen un caserío en su zona de producción, la que cada tres meses genera 20 toneladas de pescados.

Hatillo está prácticamente fuera de circulación, así afirmó el presidente de la Asociación de Pescadores, Andrés (Jhonny) Leonardo Romero, quien se ocupa de coordinar las esporádicas ayudas que obtienen.

Previo a un recorrido a la zona en bote, en compañía de Leonardo Rodríguez y el geólogo Vladimir Limardo, este último declaró que el agua se está retirando rápido.

Esta es una buena noticia para Hatillo en momentos en que la gente se retira y no contempla retornar, por la amenaza de las presas.

Los tres colmados de Hatillo perdieron todas las provisiones. El de Dominga Leonardo, que tenía RD$80,000 de mercancías, de las que RD$25,000 estaban a crédito,  con la tormenta Noel perdió la mayor parte. Su propietaria hizo un nuevo préstamo de RD$15,000 para reponer inventario, pero ahora no hay quién compre.

 Quienes no se fueron a casa de un familiar o de un amigo, dando tiempo a que el clima cambiara, se refugiaron en la Biblioteca Municipal de Cotuí, frente a la escuela Eugenio María de Hostos.

 Siete familias se alojan con irregularidad en la biblioteca, con alimentación insegura y la queja de que el síndico de Cotuí no les entrega nada. A Yolanda Ortiz se le fue todo al agua y hasta la compra para iniciar un negocito con una empresa. Johany (Morena) López, con una casa llena de lodo, sacaba agua en la mañana de ayer de la presa de Hatillo para echarlo al sanitario.

El capitán de bote Félix Romero, alías Vincho, quien disfruta de su enorme parecido con  el “personaje novelesco Don Quijote de la Mancha”, quedó en la inopia total el día que el agua de la presa quemó sus cultivos.

PELIGRO EN HATILLO

 La queja  aquí es porque el agua de la presa llegó con grasa amarilla, que identifican como sulfuro y   que mancha las viviendas desde hace varios días.

 “Eso sale de la mina de oro y uno se cansa de lavar  la pared y siempre está pegajosa. Eso es  peligroso”, dijo una señora que dice temer que la empresa que explota el metal se moleste con su denuncia.

Teme que la sustancia afecte  salud de la gente de la comunidad.

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