La primera impresión

La primera impresión

Cuando abrimos la puerta, todo lo que nuestros invitados ven dice mucho de nosotros mismos y de nuestro hogar, aunque no siempre la primera impresión debería ser la importante.
Al abrir la puerta de nuestra casa desvelamos, en ese pequeño reducto, un lugar de orden o de caos, de limpieza, de sofisticación o de sentido práctico. El recibidor empieza a decir muchas cosas sobre nosotros, independientemente de sus metros de espacio.
Lo ideal es elegir colores neutros para este espacio que tiende a ser minimalista, pero al que también se le puede otorgar un toque de sofisticación con detalles dorados.
Una consola estrecha donde puedan reposar las llaves es siempre una buena opción.
El gusto por los detalles más o menos recargados será lo que determine su uso. Altas, de madera, con repisa revestida en mármol suele invitar a detalles de porcelana o a una lámpara de mesa con un pie dorado, e incluso tiene cabida un candelabro como opción.
Momento práctico. Piezas minimalistas, de líneas rectas, que incorporen en su parte inferior cajoneras abiertas donde colocar libros o retratos son también una posibilidad muy práctica para nuestro recibidor.
Los elementos rústicos no son exclusivos de las casas de campo y pueden ir muy bien, si no resultan abigarrados y la luz no es tenue, lo que provocaría un efecto que reduce el espacio.
En este caso las consolas suelen ser más estilo cómodas de dormitorio, con cajones amplios muy prácticos para el almacenaje.
En ambos casos, una planta, siempre natural, es una opción que da vida al entorno y aporta un “plus” en la decoración, siempre que esté bien colocada en un extremo de la consola, sin necesidad de presidir el centro.
Cuadros en el suelo o la pared. Un cuadro, bien en la pared o apoyado sobre la repisa es también una opción, un elemento más que dice mucho sobre nosotros mismos.
Cuando el espacio es realmente mínimo, una sencilla banqueta sobre la que reposar un jarrón y unas pequeñas bolas decorativas es suficiente.
En este caso, el cuadro puede estar incluso apoyado, sin colgar, en el suelo, y el mismo sistema vale para un espejo alargado que dará más amplitud a la zona.
Y mucho más. Un perchero suele ser un elemento común en una entrada. Un complemento práctico para dejar, según llegamos, el abrigo y el bolso y, si es oportuno, hasta gorros y sombreros.
A pesar de su carácter abierto, es la opción ideal si no hay espacio para construir un armario empotrado donde haya espacio para un zapatero, tan práctico para evitar pasar por toda la casa con el calzado de la calle.
Un paragüero. Es otro de los puntos de encuentro en el recibidor, pero no es absolutamente necesario tenerlo a la vista si no nos encontramos en días de lluvia, ya que ocupa espacio y distrae la atención.
Una silla o una pequeña butaca suelen ser elementos comunes de una entrada si estamos ante un lugar espacioso.
Un punto donde reposar nada más llegar a casa y en el que poder decir a nuestros invitados, cuando se abre la puerta de nuestro hogar, que estamos dispuestos a que se queden.
Para aquellos que tienen en su recibidor la mesa de trabajo resulta condición indispensable no dejar un torrente de papeles sin ordenar sobre ella, el efecto que supone sobre los invitados que llegan o sobre cualquier miembro de la familia que abra la puerta es de desorden y ganas de salir corriendo.

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