La primera película dirigida por una mujer en Haití compite por el Óscar

La primera película dirigida por una mujer en Haití compite por el Óscar

Los Ángeles. Haití sigue devastado desde el terremoto de 2010 que dejó más de 220.000 muertos, pero una naciente industria fílmica empieza a emerger desde los escombros de sus destruidos pueblos.

Al frente del fenómeno está Guetty Felin con «Ayiti Mon Amour», una película que retrata el duelo de esta nación tras el sismo y que recientemente fue anunciada como el primer filme del país caribeño que entra a la categoría de mejor película extranjera en los Óscar.

Diez días después del desastre, esta mujer haitiana viajó a Puerto Príncipe en un avión de socorro. Felin aún recuerda las escenas que encontró cuando aterrizó: imágenes que se quedaron en ella como cineasta.

«Nunca antes había olido la muerte, cuerpos por todos lados. Yo solo estaba pensando ‘¿Qué es este hedor?’ Por toda la ciudad, simplemente era devastador», dijo a la AFP.

Las escuelas, hospitales e infraestructura de esta nación del Caribe quedaron destruidos, el temblor de magnitud 7,0 dejó 300.000 heridos y 1,5 millones de personas sin casa, en el país más pobre de América Latina.

Siete años después, «Ayiti Mon Amour» marca no solo la emergencia de una nueva voz en la cinematografía haitiana sino también un hito en la reconstrucción cultural del país, al ser el primer largometraje filmado en el país dirigido por una mujer.

Aprovechando su trabajo previo en documentales, Falin imprime las realidades del Haití actual -los cortes de luz, la escasez de agua y la amenaza del cambio climático- con una lírica que resalta su lado místico. – Dictadura Brutal.

Situada en Kabic, un pequeño pueblo de pescadores donde el agua ha ido cubriendo la tierra a consecuencia del cambio climático, la cámara de Felin muestra cómo ha cambiado la vida cinco años después del sismo.

Un adolescente que llora a su padre descubre que desarrolló literalmente un súper poder electrizante, mientra un viejo pescador que habla con su vaca piensa que la cura para su esposa enferma puede encontrarse en el mar.

Por otro lado, la hermosa y misteriosa musa de un novelista luchador, que es el personaje principal de su libro, se turna intranquila y decide dejarlo y seguir su propia vida.

Nacida en Puerto Príncipe, Felin vivió su infancia y adolescencia entre Nueva York y Haití, aunque viene de vivir una etapa artística en París, adonde fue a estudiar cine y terminó quedándose 20 años.

Felin se enamoró del cine en los autocinemas de Puerto Príncipe, a los que se escapaba durante la brutal dictadura de Francois «Papa Doc» Duvalier, que fue seguido por su despótico hijo Jean Claude o «Baby Doc».

«Crecí en este espacio sabiendo que la dictadura existía, pero al mismo tiempo fue un lugar de dicha», dijo recordando su barrio de la infancia como un lugar de música y fiestas.

«Hubo momentos en los que temías que alguien te pudiera llevar de aquí. Entonces, la fragilidad de la vida -ese baile que mis padres tuvieron que hacer todo el tiempo- me inspiró totalmente», explicó.

«Ayiti Mon Amour», que está buscando un distribuidor en Estados Unidos, solo cuenta con un actor profesional, mientras el resto del elenco y muchos otros colaboradores salieron de la comunidad y de la propia familia de Felin.

El esposo francés de la directora, el veterano cineasta Herve Cohen, fue el encargado de filmar y su hijo mayor Yeelen fungió como su asistente, mientras que la novia de éste fue la segunda cámara.

Aunque, la verdadera estrella de la película es el hijo menor de Felin, Joakim Ethan Cohen, un principiante de 17 años en el momento de la filmación, que ha sido aclamado por su actuación.

«Él sabía que lo que estaba haciendo significaba mucho para mí. Fue como un regalo para mí», dijo Felin.

«Lo dirigí pero fue muy fácil, cada toma era verdaderamente buena, y creo que él conocía la historia desde dentro», aseguró.

La industria del cine en Haití ya estaba sufriendo antes del terremoto. La última sala de cine había cerrado un año antes, en medio de una rampante piratería y no se proyectó ninguna película en un espacio público cinco años después de eso.

«Es duro hacer cine en un lugar como Haití porque siempre pasa algo que es prioritario, bien sea la inestabilidad política o un desastre o algo así», dijo Felin. «Hacer cine no es una prioridad para la gente haitiana», expresó.

La película surgió de los escombros de edificios destruidos por el sismo, pero Felin, quien perdió un amigo cercano y dice que se siente «culpable de sobrevivir», no quería que la cinta fuera solo sobre el duelo, sino como una carta de amor para su país.