¡La Primera Trienal
Internacional del Caribe!

¡La Primera Trienal<BR>Internacional del Caribe!

La Bienal del Caribe fue el mayor evento en las artes visuales dedicado exclusivamente a los creadores de la región caribeña, a la vez que puso a  República Dominicana en el mapa de los organizadores de certámenes internacionales, llegando a recibir más de 30 países y cientos  de artistas y expertos, entre participantes y visitantes.

Entre la primera convocatoria, que partió del organismo del Caricom en los umbrales del 80 hacia la entonces Galería de Arte Moderno, transcurrieron muchos años, puesto que la Bienal se celebró por primera vez en el 1992, para que coincidiese con el Quinto Centenario del Encuentro de dos Mundos.

Desde su primera edición, se modificó la propuesta inicial de una sede itinerante y de la unión de arte con artesanía, con un financiamiento multilateral. Porfirio Herrera, el siempre recordado director de la institución museística, hizo que Santo Domingo fuese sede única y permanente, que se descartase la parte artesanal, y que el Gobierno Dominicano tomase a su cargo todos los costos de la bienal.

Ese gestor extraordinario actuó de una manera visionaria y cambió la posición de  República Dominicana: de  casi ignorada y aislada se convirtió en plaza que congregaba a toda una comunidad geográfica, incluyendo a las islas más pequeñas y sin distinción de estatus político. La ambiciosa iniciativa resultó.

La Bienal del Caribe del 1992 fue una verdadera fiesta y motivo de legítimo orgullo, eliminando las barreras lingüísticas y animando la creación insular, dotada de una personalidad propia, distinta de sus hermanas bienales de Cuba y Puerto Rico. A raíz de su éxito, y siempre por solicitud de Porfirio Herrera al Poder Ejecutivo, la Galería de Arte Moderno pasó a ser oficialmente Museo de Arte Moderno, ese MAM de siglas inconfundibles.

La bienal se celebró por segunda vez en el 1994, después en el 1997, esperando luego hasta el 2001, finalmente en el 2003 y un esfuerzo enorme por regularizar su periodicidad. Esa labor ingente, fruto de un equipo entusiasta y entregado, si bien obtuvo un merecido reconocimiento mayoritario, fue el blanco de críticas justas e injustificadas –no pocas–, que pudieron incidir en su aplazamiento: ¡había que reconsiderar y resestructurar la bienal!

Ahora bien, una bienal –tanto nacional como internacional– evoluciona acorde con el contexto artístico, su renovación e innovaciones. La dominicana pasó de “Bienal de Pintura del Caribe y Centroamérica” –asociando desde el principio territorios continentales al “arco mágico de las islas”–  a la admisión de todas las categorías plásticas, acogiendo obras tridimensionales, instalaciones y videos. También modificó los reglamentos  de admisión y los premios, siempre en un sentido de mayor apertura y enfrentando valientemente dificultades… de muchísimas clases, pero económicas sobre todo.

La interrupción de la bienal durante más de un lustro no la hizo olvidar en el ámbito nacional y principalmente en la región caribeña. Incontables fueron los artistas –habiendo participado o no– que preguntaban lo que había sucedido, y si la Bienal del Caribe, expresión privilegiada de la confluencia de culturas y del mestizaje visual, volvería a celebrarse…

Primera Trienal Internacional del Caribe.  Cuando tanto tiempo transcurre, el reinicio de una manifestación artística debe ser objeto de un estudio cuidadoso y ciertamente no puede repetirse el acontecimiento  como si fuera darle seguimiento… El nombre de Bienal había perdido su significación, por lo que se resolvió sustituirlo por el de Primera Trienal Internacional del Caribe, un intervalo de tres años volviendo menos utópico el respeto de la periodicidad anunciada.

El ámbito geográfico se mantuvo, agregando al Caribe insular y Mesoamérica, sus territorios continentales y los “grandes” aledaños –México, Venezuela y Colombia–, así mismo la pluralidad abierta de las categorías y la exigencia de que las obras fueran recientes o expresamente creadas para la bienal, igualmente el carácter internacional del jurado y las actividades de animación. Se introdujeron dos cambios importantes: en casa subregión geográfico-lingüística, un curador está a cargo de la selección de un máximo de tres artistas por país, a excepción de  República Dominicana, el anfitrión, con diez participantes. Luego, para fortalecer el nivel global, se instituyó la condición de “artista invitado”, entre maestros o personalidades muy reconocidas, para una representación especial. Un comité organizador, compuesto por expertos y delegados institucionales, analiza y examina, pondera y decide. El Ministerio de Cultura y el MAM son los organismos cimeros.

Ahora bien, la mayor innovación consiste en la propuesta temática. El artista debe concebir y realizar una obra sobre arte y medio ambiente; preferiblemente se designa a artistas cuyas investigaciones y producción  se preocupan por la naturaleza y la supervivencia de los reinos –flora, fauna y humanidad– en la actual coyuntura de indiferencia, agresión y destrucción. Las bases del certamen se inician con un extenso preámbulo que explica, motiva y advierte; la reflexión ecológica fundamentando la parte creativa.

Nos esperan semanas de emoción y fruición en un ambiente de alegría e integración culturales.

Sobre la  muestra

Palabras de Susan Mains, participante desde Grenada: “La experiencia de la bienal llevó a un estándar más elevado, otra norma de excelencia fue impuesta. La confrontación con  el magnífico arte de la región es una inspiración para los artistas y también da aspiraciones por un futuro artístico todavía  más vivo”.

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