Los humanos formulan sus prioridades personales y en democracia tienen el derecho a plantear a sus gobernantes cuáles creen que deberían ser las prioridades nacionales.
Este es un asunto trascendente que no debería tomarse en broma como hizo Thomas R. Marshall, quien llegó a ser viceresidente de Estados Unidos durante dos períodos, entre 1913 y 1921 en plena Primera Guerra Mundial y mientras se negociaba la Paz de Versalles.
Años antes, siendo senador dijo en el Congreso: “Lo que este país necesita es un buen cigarro de cinco centavos”.
Esa banal expresión se popularizó.
Churchill estableció que su prioridad era ganar la guerra a cualquier precio, en la que EUA participó después que Japón bombardeó a Pearl Harbor. Roosevelt hizo suya esa prioridad y, al morir, Truman la materializó bombardeando a Hiroshima y Nagasaki.
Los aliados creían, unánimemente, que la prioridad de la humanidad era ganar la guerra, pero había divergencias sobre la forma en que debía lograrse la victoria.
Durante 76 años se han escrito miles de páginas criticando a Truman por usar la energía nuclear con fines bélicos.
El argumento esgrimido por Truman para justificar su actuación fue que el sacrificio de Hiroshima y Nagasaki implicó una reducción de las víctimas que habría tenido Japón si la guerra se hubiera prolongado usando métodos convencionales y que, además, se evitó la muerte de más de un millón de soldados de EUA y sus aliados que se habrían sacrificado luchando contra fanatizados seguidores del divino Hirohito quienes, para no rendirse, se quitaban la vida
¿Cuál habría sido la opinión a nivel mundial, incluyendo los críticos de Truman, si él hubiese tenido que pactar una paz condicionada, haciendo concesiones al nazismo de Hitler, y al imperialismo nipón, por no decidirse a emplear las mortíferas bombas “Little Boy” y “Fat Man”? Todo esto sin considerar la horrenda posibilidad de que los aliados no fueran victoriosos.
La actual prioridad mundial es la lucha contra la pandemia, que implica que los gobiernos decreten molestosos confinamientos.
La bomba contra el virus consiste en permanecer en casa el máximo tiempo posible, usar mascarillas, cumplir el toque de queda, mantener sana distancia y, como detonador final, vacunarnos.
En adición a reducir la irreparable pérdida de vidas, se estima que las vacunas efectivas impedirán que la economía mundial pierda cada mes US$ 375 Millones de Millones. Honrando sus promesas de campaña, al iniciar el 2021 el Presidente Abinader declaró: “Hoy la principal prioridad del gobierno es conseguir la vacuna lo antes posible”.
En adición a 10 millones de dosis de la vacuna Oxford-AstraZeneca se añadieron 8 millones de Pfizer y se negocian otros 2 millones para llegar a 20 millones de vacunas probadas y aprobadas. Por tanto, la totalidad de 10 millones de dominicanos podremos ser inmunizados con dos inoculaciones.
La mayor democracia mundial, la India, con población de 1,300 millones y con 900 millones de votantes vacunará 300 millones de personas, procurando “inmunidad del rebaño”.
La logística de vacunación está basada en datos del padrón electoral y registros de previas campañas de vacunación sobre enfermedades que aquí están bajo control, como polio y tuberculosis.
El primer día superaron airosamente dificultades relacionadas con la divulgación de listas de beneficiarios de las inoculaciones.
En todo el mundo las vacunaciones comienzan con trabajadores de la salud y de seguridad pública, policiales y militares. Aquí la segunda etapa continuaría con los docentes y luego con envejecidos y pacientes con morbilidades preexistentes. Se tiene la expectativa de poder disponer de unas 200,000 dosis en marzo y 400,000 en abril, como parte del primer contrato.
La ONE estima que existen unas 643,146 personas con edad superior a 65 años quienes, excluyendo a los meritorios trabajadores de la salud y la docencia, demandarían 1,286,292 dosis.
Por tanto la ciudadanía debe ratificar su actitud paciente y solidaria para no exigir a las autoridades vacunaciones en un número mayor que los suministros graduales de las farmacéuticas.
El prestigioso mexicano Alfonso Reyes dijo, con amargura, que los de América Latina “Hemos llegado tarde al banquete de la civilización occidental”.
Confiemos en que en esta ocasión estemos llegando temprano y de los primeros, como resultado de oportunas gestiones gubernamentales y que no se repita la historia de la vacuna H1N1, que llegó muy tardíamente a los países más pobres.
La autarquía de las vacunas no es viable en países pequeños de ingreso bajo y medio.