POR: Graymer Méndez
Una gran parte de la población dominicana sabe de la existencia de al menos tres Euclides, el matemático griego padre de la geometría, cuyos aportes son imprescindibles para la ciencia y quien, al mismo tiempo, es el dolor de cabeza para muchos estudiantes, otro Euclides es un hombre bonachón, parsimonioso, de reconocida seriedad y senador de La Vega.
El tercer Euclides, y al que nos emite el título del presente escrito, es un viejo sabio, intelectual, historiador, trujillista, y a la misma vez, constitucionalista, memorístico, anecdótico, un político pragmático de tomo y lomo, si tomamos en cuenta su reiterada frase de que “en política se hace lo que conviene”. Una especie de oráculo caribeño de bastón en mano y boina calada. ⠀
Este Euclides, el Gutiérrez, hace algún tiempo lanzó una especie profecía de que en el país no cabían dos PRD, vistos los recientes resultados electorales que expulsaron al PLD del poder, es evidente que sus palabras se cumplieron al justo, como engranaje de un reloj suizo. ⠀
El veterano de la política criolla lanzó su profecía en el 2007, cuando el PLD bordeaba una precrisis en la contienda interna entre Leonel y Danilo por la candidatura a la presidencia, el viejo zorro peledeista dijo que en el país no cabían dos entidades con las mismas características del partido blanco, aduciendo que las viejas mañas de su antiguo partido fundado en Cuba, en el que el “grupismo” o tendencias se convirtieron en un cáncer autodestructivo difícil de extirpar y por lo que el profesor Juan Bosch se separó para fundar el PLD, cuya razón existencial del partido morado era, por definición, no ser un PRD debido a sus interminables pugnas, crisis y divisiones.⠀
En el 2014, siete años después de su primera premonición, Euclides reiteró su profecía negativa de que en el país no podían coexistir dos PRD, pero en esta ocasión la advertencia a sus compañeros de organización, en particular, a los miembros del Comité Político, fue a propósito de las elecciones internas del partido de Bosch para la escogencia de su comité central y al igual que en su primera acción de clarividencia, los resultados negativos se vieron reflejados en las múltiples quejas, demandas de transparencia en los resultados internos, inconformidad en el manejo de conteo lectoral, heridos y muerte de compañeros, robo de urnas, destrucción de centros electorales, acusaciones mutuas de fraudes, descalificativos impublicables, es decir, una “perredeización” al calco como en los tiempos turbulentos del partido del “jacho” que lo llevaron a la división y a la pérdida del poder.⠀
La profecía negativa de Euclides, si bien es cierto que la materialización de su advertencia se cumplió, al mismo tiempo, no constituye un desplome absoluto de esperanza. Aún en medio de un sumidero de lamentos, congojas y eventual señalamientos de culpabilidades por la derrota, en el PLD existe una gran reserva de talentos, jóvenes y veteranos, hay una gran acumulación de experiencias, capacidad de silogismo para llegar a conclusiones que conduzcan a estrategias políticas que pueden revertir el curso de lo acontecido. El PLD debe volver a sus orígenes, al respeto, a la transparencia, a la meritocracia, a la escuela de formación política, a la crítica y autocritica, es decir, volver a Bosch en los fundamentos y empalmar con las nuevas generaciones del siglo 21.