La promoción de los antivalores

La promoción de los antivalores

Hoy día los sistemas y las sociedades marcan claramente una tendencia hacia la corrupción y la maldad.

Es penoso ver el nivel de irrespeto hacia los valores.

La política está permeada por el engaño, la mentira, las promesas incumplidas y la falsedad.

Es difícil encontrar a un líder en quien se pueda confiar.

Y este mismo nivel de conducta se expresa en el Estado.

Lo mismo ocurre con un alto porcentaje de líderes de opinión. Hay medios plagados de la maledicencia, de lo falso, lo banal y lo vulgar.

Esto se aprecia, también, en la cultura. Es decir en la literatura, en la moda y en la música.

Entre los jóvenes hay una canción muy popular cuyas letras dicen así: “Vamos a hacer malos, indisciplinados, rebeldes, rompamos las reglas y seamos malcriados”. Y esto, obviamente,  está influyendo de manera letal en el pensamiento y conducta de nuestros muchachos, de la futura generación.

Pero en las instancias encargadas de controlar este tipo de contenido se ha determinado que eso no es malo, que se debe permitir libremente que llegue a oídos de nuestros hijos. Los administradores del poder, los encargados de orden y los hacedores de políticas han decidido dar como bueno y válido esta diablura.

Frente a este tipo de situación, debe haber personas comprometidas siempre con los buenos principios, en el hogar, en la escuela, en la comunidad, en la iglesia, en el club y en todas partes.

Gente que tema a Dios y que dé muestra de un carácter y conducta que se levante como protesta contra esta tendencia perversa y dañina.

El salmo uno afirma que es bienaventurado el barón que no anduvo en consejo de malos y que en sillas de burladores no se ha sentado.

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