La propaganda anexionista

La propaganda anexionista

Han sido tres los momentos en nuestra historia durante los cuales los extranjeros escribieron muchos libros sobre nuestro país.
Durante el descubrimiento y colonización de la isla, los Cronistas de Indias, Las Casas, Oviedo, Benzoni, Mártir de Anglería y el propio Cristóbal Colón describieron a los indígenas que la habitaban, su flora, fauna, paisajes y minas.
Con motivo de la vergonzosa intervención militar norteamericana de 1965 se publicaron 42 libros tan solo entre 1965 y 1966. Muchos más han sido publicados después.
Los promotores de la anexión a Estados Unidos, asunto que fue llevado para su ratificación ante el Senado norteamericano en 1871, comenzaron desde 1862 a auspiciar la publicación de libros pro anexión, un total de diecinueve. Durante ese siglo XIX pocos libros que describían al nuevo país fueron publicados, pero estos buscaban mostrar a congresistas e inversionistas norteamericanos la riqueza de la República Dominicana buscando que esta fuese apetecible para una anexión política. Varios de ellos, publicados después de que el presidente Abraham Lincoln liberara a los esclavos en 1863, buscaban promover el traslado de esclavos norteamericanos libertos a un muy despoblado país, para así quitar presión al conflicto entre blancos y negros que había tomado mayor fuerza en Estados Unidos. Seis de ellos fueron escritos, bajo seudónimo, por la señora Cazneau, esposa de William, socio de Joseph Fabens, todos inescrupulosos especuladores y los principales auspiciadores de la anexión a Estados Unidos para lucrarse con las concesiones que ya habían conseguido con el presidente Báez, quien se maravillaba de los contactos políticos de estos tres en Washington y Nueva York.
En los trópicos: por un emigrante en Santo Domingo fue una guía para explicar a los esclavos libertos cómo podían dedicarse a la agricultura, poniendo como ejemplo la finca de los Cazneau en Palenque. Tres libros describen la riqueza minera. Cazneau publicó un libro sobre las negociaciones relativas a Samaná como estación naval.
La comisión de investigación nombrada por el presidente Grant una vez había fracasado el voto en el Senado y cuyo verdadero propósito fue desmentir las acusaciones contra Grant y algunos de sus funcionarios de que habían buscado lucrarse con la anexión, incluyó a dos personas que escribieron sobre sus experiencias en Santo Domingo. Samuel Hazard publicó Santo Domingo, pasado y presente, que contiene dibujos muy ilustrativos sobre el viaje realizado por el autor por diferentes zonas del país. James Taylor publicó en una revista bellos dibujos de escenas dominicanas. Randoph Keim publicaría Santo Domingo; dibujos a pluma y hojas de viaje, romance e historia del portafolio de un corresponsal en los trópicos americanos. Había sido enviado por los Cazneau y Fabens para que lo escribiese e incluyó una entrevista con el presidente Buenaventura Báez. Uno de los integrantes de la comisión de investigación lo fue el muy culto y respetado Samuel Gridley Howe, de Boston, quien estableció la primera escuela para ciegos en los Estados Unidos. Su esposa fue autora del himno “Batlle Hymn of theRepublic” que se hizo famoso durante la guerra civil por ser invocado por las tropas norteñas de la Unión. Publicaría Cartas sobre la propuesta anexión de Santo Domingo como respuesta a ciertas acusaciones en los periódicos.
Los dominicanos opositores a la anexión publicarían en 1871 en Nueva York y Curacao. Una evaluación crítica del reporte de los comisionados norteamericanos. Al haber devenido no viable la anexión, Samaná fue entregada por Báez a una compañía privada que en 1873 publicó un reporte sobre sus negociaciones y objetivos. El mismo Congreso norteamericano editó dos trabajos, el memorial de Davis Hatch, un norteamericano enemigo de los Cazneau y quien denunció ante el Senado norteamericano todas sus malas actuaciones junto con las de Báez y el reporte de la comisión de investigación de casi 300 páginas. Igualmente, el departamento de la marina, por presión del senado norteamericano, publicó todas las órdenes enviadas por el presidente Grant que obligaron a barcos de guerra norteamericanos primero a proteger al gobierno de Buenaventura Báez contra las incursiones de Gregorio Luperón en su barco “El Telégrafo” y también a presionar al gobierno haitiano para que dejara de apoyar a José María Cabral.

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