La psicología del fracaso

La psicología del fracaso

Ustedes conocen cientos de personas que se encuentran frustradas, fracasadas, abatidas, deprimidas y desconsoladas debido a que las cosas no suelen salir como las planificaron. Para muchos es mejor hablar de éxito, de triunfo, de cómo alcanzarlos y de la psicología del que llega a esas cimas, pero pocas veces se estudia el fracaso y el valor de las derrotas. Lo que cientos no saben es que el fracaso es necesario para la maduración de la personalidad. Es decir, la vida humana está tejida de aciertos y errores, de cosas que no habían programado y que otras veces no se cumplieron. Por lo general se aprende más con los fracasos que con los éxitos. Pero, ¿a qué se llama fracaso? Según Enrique Rojas, el fracaso es aquella experiencia interior de derrota, consecuencia de haber comprobado que algo en lo que habíamos puesto nuestro esfuerzo, ilusión, no ha salido como esperábamos; es la conciencia de no haber acanzado la meta propuesta.
El que ha fracasado tiene una reacción de hundimiento, mezclado de melancolía y frustración; rabia interior y descontento; siente que muchas cosas le han fallado y lo peor es que su psicología, o sea, su pensamiento, no encuentra cómo organizarlas, ya que, muchas veces están paralizados, bloqueados, en no saber qué hacer. Claro, para muchos no es lo mismo un fracaso afectivo que profesional, económico, de pareja o familiar.
Cada ser humano lo percibe de manera distinta, pero depende de las circunstancias, de la capacidad que tenga esa persona de manejar conflictos, del tipo de apoyo que tenga y hasta de las vivencias y el sentido de vida y las razones existenciales. Es normal que nos formemos ilusiones, que abracemos objetivos y metas en la vida, pero debemos estudiar las posibilidades, la estrategia y la técnica, de cómo seguir el proyecto de una vida alcanzable, posible, integral, y sobre todo, con el proyecto cultural de ser feliz. Para salir bien del fracaso: lo primero es no culparse, y lo segundo es abandonar el miedo, lo tercero es aprender a conquistarse a usted mismo. Ahí está la clave.
Al fracaso póngale un tiempo, valores unas circunstancias y recuerde que existe una palabra que se llama utopía y otra que se llama resiliencia: que significa la capacidad que usted tiene de vivir con el riesgo, dentro del riesgo, sin ser víctima del riesgo, ni de las conductas riesgosas.
La gente que le teme al fracaso no arranca, no se mueve, no planifica, nunca empieza, debido a que su psicología está derrotada, sus pensamientos están llenos de dudas, de imposibilidades; todo es oscuro, de visión en túnel; donde estos temores lo llevan a no hacer nada, y si fracasa, siente que debería morirse, por aquello de que “yo no sirvo para nada”. Así piensa, actúa y vive el atrapado en la psicología del fracaso. La historia y los pueblos están preñados de protagonistas que vivieron episodios de fracasos. Ejemplos sobran: Abraham Lincoln, Nelson Mandela, Gandhi, Juan Bosch, etcétera. Se llega al psicológico del fracaso cuando las vivencias y frustraciones se llevan a través del condicionamiento psicológico, de la forma de reaccionar en diferentes circunstancias asumiendo actitudes de derrota y comportamientos pesimistas o, teniendo socialmente respuestas conformistas, es así como se llega a la psicología del fracaso.
Solamente las personas con psicología de optimista, las personas ancladas y las de la psicología de la felicidad aprenden a derrotar sus propios fracasos, a vencerlos y superarlos cada vez que se presentan. Aprender de forma inteligente a cambiar los fracasos por éxitos. Recuerde que para esto se necesita de la perseverancia, de insistir, persistir y resistir hasta lograr el objetivo final.

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