El estreno del Presidente Danilo Medina en la escena internacional fue bueno. Al margen del nerviosismo natural que provoca la inusual circunstancia de dirigirse al mundo desde el histórico podio de la ONU, el flamante mandatario superó las expectativas con una exposición fluida, amplia, crítica y propositiva.

No es tarea fácil abordar la promoción del crecimiento económico sostenido y del desarrollo sostenible en medio del actual ambiente globalizado, matizado por la crisis financiera que afecta los mercados, al sistema monetario,  amenaza la gobernabilidad y motoriza la pobreza. Pero Danilo  hizo el abordaje con elegante maestría.

Reiteró el firme compromiso dominicano con la paz, la tolerancia y la convivencia internacionales; con la democracia y la libertad como garantes básicos del desarrollo, pero se quejó porque la mayoría de los organismos financieros  utiliza lo que él llama “mediciones unidimensionales”, enfocadas en el ingreso per cápita para medir el desarrollo de nuestros países y para definir políticas sobre las condiciones de acceso a la  cooperación extranjera.

“Necesitamos que asuman indicadores más enriquecidos, con mayor capacidad de captar y medir la compleja dinámica del desarrollo humano”, dijo el Presidente Medina.

Pero, ¿hasta qué punto malos indicadores afectan políticas públicas? Porque, según la teoría económica, el ingreso per cápita es el cociente entre la renta nacional de un país y su población. Proporciona información acerca de la riqueza o nivel de vida de sus habitantes y permite compararlo con otros países.

Esta perspectiva es trascendente porque la administración Medina se prepara para, entre otras cosas, suscribir un acuerdo con el FMI que enfrentará el déficit fiscal mediante una reforma integral, cuya dimensión vaticina el ministro de Economía, Juan Temístocles Montás, implicará un aumento de la presión tributaria sobre las capas sociales ricas y opulentas.