La quiebra de la agricultura dominicana

La quiebra de la agricultura dominicana

El déficit de la balanza comercial enero-junio del 2011 alcanzó US$4,440 millones. Pero retrocedamos al 2010 y analicemos el año completo. Las cifras publicadas por el Banco Central registraron exportaciones de bienes por US$6,598 millones y las importaciones fueron de US$12,885, arrojando un déficit de US$6,287 millones. O sea, que en el 2011 la situación empeora dramáticamente ya que el déficit comercial proyectado estaría rondando los US$9,000 millones a diciembre. Algo increíble.

¿Por qué sucede esto?

Veamos la respuesta. Por ejemplo, el cacareado arroz, que el Gobierno se vanagloria de que somos autosuficientes, registró importaciones en el 2010 por US$14.7 millones. De azúcar refina se importaron US$5.0 millones. De azúcar parda US$22.5 millones. De maíz US$235.0 millones. De aceites vegetales US$145 millones. De materias primas para la agricultura y la industria alimenticia se importaron US$417 millones. De leche US$157 millones. De trigo US$138.8 millones, que es la única materia prima difícil de producir en nuestro medio. En productos alimenticios elaborados y semielaborados, entre los que hay hasta salsa de tomate, se importaron US$698 millones.

En la categoría de otros bienes de consumo, que no se especifican, se importaron US$1,447 millones y aquí hay desde frijoles, ajo, cebolla, frutas, vegetales, hasta papa.  Todo esto suma US$3,222 millones, de lo cual la agricultura dominicana podría producir sin problemas y conservadoramente hablando, la mitad de esas importaciones, sin contar el rescate de las exportaciones tradicionales, que alcanzaron en sus años dorados hasta US$1,700 millones y hoy apenas llegan a US$366 millones. Pero resulta que es más rentable importar esos bienes porque eso genera grandes comisiones que han enriquecido a más media docena de altos funcionarios que están metidos de lleno en ese negocio, comenzando en el mismo Palacio Nacional. 

Hace 20 años a la agricultura se le asignaba un 16% del presupuesto. Hoy apenas llega al 6.0%.  Eso explica por qué la industria avícola está quebrada y se han vendido granjas a precios de vaca muerta. La ganadería de leche también está quebrada. La porcicultura está estancada hace años y sobrevive precariamente. Los pequeños productores de arroz, endeudados por años con el Banco Agrícola, también están quebrados y han pasado a ser obreros agrícolas de los grandes molineros que le financian parte de la cosecha.  La producción de otros granos, como  habichuelas en sus diferentes variedades, está en caída libre y cada vez se importan mayores cantidades para suplir el mercado.

La producción de víveres descansa en una agricultura de subsistencia, excepto por algunas grandes fincas que se han tecnificado. El que produce plátano en este país pierde dinero por definición, si se hace un buen análisis financiero.

En el 1996 esas importaciones de bienes alimenticios y materias primas para la agricultura, era el 35% de la actual y en el 2004, el 40%.  O sea, en apenas 6 años se han más que duplicado (230%), cuando la población ha crecido alrededor del 2% anual.

Nadie en el sector agropecuario de este Gobierno tiene calidad moral para hablar de que es una afrenta condonar deudas a los productores de arroz, cuando son ellos mismos que los han llevado a la quiebra. Son esos mismos productores que hoy le piden auxilio financiero a Leonel Fernández para evitar que se dejen de sembrar 400 mil tareas. ¿Y qué hará el Gobierno al respecto? Lo mismo que plantea Hipólito Mejía, ayudarlos financieramente como se ha hecho hace 45 años, mientras esos mequetrefes del sector agropecuario viven hablando disparate.  

Mientras tanto, el Ministerio de Hacienda y Proindustria pregonan que el sector industrial recibe subsidios por US$13 mil millones anualmente.

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