La quinta columna ataca

La quinta columna ataca

JOSÉ B. GAUTIER
La República Dominicana tiene el derecho a defenderse de sus enemigos. Su pueblo, sus autoridades no deben temer al uso legítimo de la fuerza.

¿Cómo se manifiesta el llamado “terrorismo” en este país? ¿Quiénes serían nuestros “Hezbolah” si fuéramos israelíes o norteamericanos? ¿Quienes dirigen la Guerra Santa en contra de nuestra nacionalidad e instituciones democráticas?

Ese llamado “terrorismo” disfrazado, por diferentes vías y a diferentes entidades no gubernamentales (ONG) e iglesias católicas y cristianas (a los mansos jesuitas y a los buenos anglicanos) utilizadas como pantallas inofensivas por el USAmerica y los países de la Unión Europea para desestabilizar a la nación dominicana.

Ese mismo drama que se proyecta en el estado de violencia permanente y corrupción perpetua, local e importada, que arropa al país, a todas sus clases dirigenciales apadrinadas, muchas de ellas como la delincuencia migratoria, por una Iglesia Católica indolente y entremetida ilegalmente en asuntos del Estado dominicano.

Y en este caso particular que voy a relatar, hasta como tragicomedia de una quinta columna “creole” que ataca para ablandar a la opinión pública dominicana ya sea por la prensa escrita, radial y televisada o por medios electrónicos de la Internet o en la páginas Web, distorsionando la historia.

Más doloroso que los dominicanos no conozcan la historia de Haití, y el hecho de que entre nosotros “en familia” haya algún historiador “salta pa’tra” de esos residuos frustrados abanderados de la dialéctica marxista, es saber que la mayoría de los haitianos, ese pueblo hoy empobrecido y analfabeto, subyugado por una reducida élite gobernante, tampoco la conoce.

Mucha historia se maquilla hasta lograr el efecto deseado. Sino estudiemos las obras literarias de nuestros profesores e historiadores marxistas-leninistas-stalinistas, antes y después de la Perestroika, o las de los “padres de la democracia” salvadores de la Patria que personifican como vulgares criminales, el continuismo político y las dictaduras vitalicias. ¡Qué fiasco! ¡Cuanta hipocresía!

En Haití se acomodan verdades con mentiras para justificar la hecatombe que ha convertido en el tiempo un país con abundantes recursos humanos y ricas tierras en eriales. Después del repudiable genocidio colonial francés, no apareció la Tierra Prometida si no la Tierra Arrasada. Es bueno mantener la leyenda. Seguir siendo víctimas. Dar lástima dentro de la comunidad local e internacional como sociedad abusada. De gente traumatizada. De pobreza anunciada. De fatalidad. De entrega. ¿Para que luchar?

¿Cuándo comenzó la historia de Haití? ¿Fue acaso cuando Cristóbal Colón descubrió la isla de Santo Domingo y estableció la Encomienda y la Esclavitud? ¿Fue durante el largo período de lucha armada colonial, -guerras, saqueos, pillajes-, entre España, Francia e Inglaterra por posesiones territoriales en América?

¿Fue en los palacios monárquicos y en la catedrales de la Europa Renacentista, civilizada y cristiana, donde Reyes y Papas católicos se repartían como buitre el mundo y donde se firmaban los tratados, se vendían bulas, se otorgaban licencias para traficar con esclavos, se decretaban los códigos sobre tráfico humano, el comercio, el robo de riquezas, o en cambio, en alguna solitaria plantación agrícola de la isla abandonada e “inútil” llamada Santo Domingo o “Saint Domingue”, hispano francesa, disfrutada por amos y trabajada por esclavos?

¿Sabe el pueblo haitiano de dónde viene y a dónde va? ¿Sobre todo, conoce su destino?

¿La emancipación de los esclavos en Haití fue obra de los cimarrones alzados o cayo dentro de una coyuntura histórica provocada por una revolución ajena, la francesa del 14 de julio de 1789, cuyos acontecimientos vertiginosos sacudieron la humanidad?

¿Fue concebida la idea de la libertad de los esclavos en la toma de La Bastilla con el colapso de la monarquía absoluta en Francia y la proclamación de los derechos del hombre o nació verdaderamente fruto de guerra y de masacres de colonos ordenadas por Toussaint y Dessalines que culminaron con la independencia del 1 de enero de 1804, derrotando los antiguos esclavos al ejército imperial napoleónico?

La gran preocupación de las élites haitianas, -esa molesta piedrecita en el zapato que no los deja caminar tranquilos-, es que teniendo los dominicanos el mismo origen colonial, cultural, religioso y étnico que el pueblo haitiano (también los dominicanos derrotamos a los franceses en Palo Hincado en 1808), por alguna razón, misterio o destino, los dominicanos, actuando con inteligencia superior y más sudor y lágrimas, nos hemos superado del trauma colonial y esclavista, especialmente del dominio “republicano” haitiano y convertidos en una verdadera República con una nación próspera y con futuro, mientras ellos, los haitianos, nuestros antiguos amos y verdugos, lo han destruido casi todo a base de su incapacidad manifiesta como República y pueblo libre y civilizado y siguen hoy destruyendo lo poco que les queda, pensando y actuando con criterio de tierra arrasada por esclavos libertos.

Hay verdades que duelen, pero es difícil reconocer a los haitianos, en su clase dirigente política y empresarial, que los dominicanos lo hemos derrotado en la guerra y en la paz, tanto en el campo de batalla como en el desarrollo civilizado y moderno como nación libre e independiente.

La historia la escriben los pueblos vencedores, no los países parias. En este caso, la República Dominicana, su historia, somos los dominicanos que nos casamos con la gloria de la libertad y el progreso dentro de un Estado de derecho. Y no la prestamos a nadie.

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