La quintaesencia del nihilista Bazárov

La quintaesencia del nihilista Bazárov

POR LUIS O. BREA FRANCO
En realidad, respecto a la pregunta ¿quién es Bazárov?, se podría responder que éste se revela de múltiples maneras y que es alguien que no se estanca, que no deja de evolucionar; es un personaje totalmente dinámico. Por esto señalé en otro ensayo anterior, que en Bazárov la conciencia se abre como la manifestación de una auténtica fenomenología del espíritu.

 Empero, sobre todo, el joven es un héroe humano, concreto, real, que aparece conformado de carne y huesos. Lamentablemente, el destino que su existencia le depara no será el de llegar a ser un héroe revolucionario, sino que se revelará más bien como un adalid de lo cotidiano, cuyo campo de batalla será el doméstico, la casa, que es donde enferma y se consuma su vida.

La novela de Turguéniev al tratar, como lo indica su título, de la luchas entre las generaciones, también versa sobre el sentido que tiene la juventud y la vejez. ¿Qué significa la juventud? ¿Pueden identificarse meramente estos estadios temporales con la edad cronológica, o se puede hablar de una juventud avejentada o de una vejez juvenil? Dar respuesta a estos interrogantes fue uno de los propósitos de Turguéniev al escribir el libro.

Encontramos un pasaje significativo en que la joven y fresca Odinkóva afirma: “Estoy sumamente cansada, soy una vieja, vivo, me luce, desde hace tantísimo tiempo”. Con ello Turguéniev quiere subrayar y criticar que una parte de la juventud de su tiempo vive aburrida, amortajada en las costumbres, en la disipación y en la evasión de lo auténticamente importante, de lo existencialmente relevante, permanece ligada a lo que Schopenhauer definió como la “ennui bourgeois”, el aburrimiento burgués, característico de las personas vacías, pobres de espíritu, que tienen una conciencia opaca, insensible a los goces espirituales.

Sobre ese tipo de personas escribió éste filósofo: “buscan desesperadamente, en vano sustituir los placeres espirituales, permitiéndose muchos pequeños placeres sensuales que no sacian y que necesitan poco tiempo y mucho dinero”.

Sin embargo, Bazárov no tiene nada de pequeño burgués, es más bien una figura trágica, que vive angustiada por una pesadumbre y ansiedad cósmica que le lleva a vivir con la conciencia de un irremediable dolor, de una melancolía insuperable, pues sabe de la insignificancia infinita de la humanidad, de la impotencia humana, de la ineficiencia de la voluntad, que en su sed insaciable de satisfacer los deseos que nacen en el corazón humano no hace sino alimentar la fuente del dolor.

No a caso, en el momento en que comenta con Arkadi la impresión que le han causado sus padres, seres simples, que existen sin el sobrepeso de una conciencia reflexiva e infeliz, que se encuentran a gusto en el mundo, dice, con añoranza: “pienso en lo agradable que es para mis padres la vida”.

Esta conciencia indirecta de su propia diversidad en la percepción y vivencia del mundo, me luce, revela plenamente la quintaesencia del nihilista Bazárov.

 Turguéniev –en el capítulo 21- pone en boca de Bazárov un pensamiento de dimensiones cósmicas, de gran profundidad, fruto del pensamiento del filósofo francés Pascal, donde se descubre la clara conciencia que el nihilista tiene sobre el desamparo constitutivo del ser humano.

A la pregunta de Arkadi, de cómo se ve, que éste formula de una manera sencilla: “¿y que es de ti?”, Bazárov responde: “yo estoy aquí acostado… el estrechísimo espacio que ocupo es tan reducido en comparación con el restante espacio, en el que no estoy, y en el que no tengo nada que hacer, y la parte del tiempo que me corresponde vivir es tan mezquina ante la eternidad, donde yo no estaré… Y sin embargo, en este átomo, en este punto matemático, circula la sangre, trabaja un cerebro, y algo quiere también… ¡Que barbaridad! ¡Cuanta pequeñez!”.

Más adelante, explica lo que deseaba señalar relacionando lo dicho, con la opinión expresada antes sobre sus padres y su plenitud de vida: “Quería decir que mis padres siempre andan ocupados en hacer algo y el pensamiento de su propia nada no les preocupa, no los atormenta…”. Y agrega: “Es hermoso que la vida tenga un significado, aunque sea ilusorio. Lo que no puedo aceptar es la mezquindad de una vida sin significado”.

Al final, cuando ya la muerte se acerca ineludiblemente, es cuando se le escucha expresar un único lamento: “Toda mi fuerza, toda entera, está todavía aquí –exclamó- y, sin embargo, tengo que morir… Anda, intenta rechazar la muerte. ¡Ella te niega la existencia y basta! (…) Vieja broma la de la muerte, y a cada uno lo sorprende como una novedad”. Sin embargo, no pierde el control, el aplomo: “Todavía no he sentido miedo…, luego vendrá la inconsciencia y ¡adiós!”.

 Pascal insistía que el escepticismo era la antesala necesaria a la conversión y a la religión. Sin embargo, Bazárov, tras el breve relámpago que anuncia la frase de Pascal que hace suya, no traspasa estos límites. Permanece en el ateísmo.

 Bazárov, flemático y melancólico, alcanza apenas a salir a la boca de la caverna donde están encerrados, entre sombras, los prisioneros humanos de que nos habla Platón. El joven se expone poco al brillo del sol. Empero, para él, esto parece haber sido demasiado y parecería repetir junto con Hamlet: “Too much in the sun”.

No olvidemos que Schopenhauer –el filósofo, junto a Pascal, más querido y leído por Turguéniev- señala que salir al sol, exponerse a su luz cegadora significa resquebrajar el velo de la apariencias; es renunciar al mundo de las sombras y entregarse a percibir la causa del dolor cósmico.

Empero, igualmente, exponerse al sol, es ascender a la dimensión del conocimiento, significa alcanzar una conciencia que se revela trágica, pues no elimina la fuente del dolor.

Como cifra de esta novela y de su héroe trágico, me luce que el mensaje del autor podría resumirse en una frase de gran calado metafísico, que a simple vista puede aparecer banal y sin importancia, pero que en una novela que tiene por argumento el sentido de la vejez y de la juventud, me luce capital: “Quien intenta conocer demasiado, pronto se torna anciano”.

lobrea@mac.com

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