La rabia en los espeleólogos

La rabia en los espeleólogos

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
La rabia ha sido ligada a los murciélagos a partir de su presencia en el Desmodus rotundus, el murciélago vampiro. Pero hay varios tipos de rabia, todas posibles de contagiar a los grupos que practican actividades no comunes, y los que están más cerca de coger rabia son los espeleólogos, principalmente porque tienen que desarrollar su disciplina en un medio relativamente hostil, y a veces con grupos de personas que no tienen totalmente claro cómo va el rollo de la “cuevología”.

Vamos a citar algunos casos de rabia que se han presentado en nuestro Grupo al paso de los años. Creo que el primer caso de rabia que debo citar es el mío propio. Ocurrió aquella vez que entrenando un número de miembros del Grupo Tinglar y de otros grupos se perdió un ascensor, un aparato que en esa época (1987) costaba como 40 dólares. La rabia que yo cogí en ese momento me hizo darle una patada a una lámpara que se atomizó en el aire. Por suerte que mi bota (con punta de acero) encontró esa lámpara y no el trasero de uno de los participantes.

Otro caso de rabia que recuerdo lo cogió un compañero alemán, Pablo Berger, quien harto de la impuntualidad que manifestábamos todos para todo (reuniones, viajes, encuentros, etc.), agarró una rabia y nos mandó al carajo, y no volvió nunca más al Grupo.

Recuerdo también un tipo de rabia nocturna que agarró Susana Delmonte cuando con hambre rayana en el paroxismo estomacal vio como se viraba el caldero de pollo guisado sobre las arenas del río Nigua, cerca de la Cueva del Có, allá por El Tablazo, en San Cristóbal.

Una rabia parecida nos contagió a casi todo el Grupo una noche en Villa Trina, cuando una compañera canadiense, con una “jartura” madre de ginebra, se empeñaba en hacer la cena, un locrio de “nomeacuerdoquecosa” cuyo arroz no se ablandaba, y ella se empeñaba en echarle más agua a ver si cedía en su dureza, cosa que nos llevó hasta casi la medianoche, cuando Johnny Rubio, quien no parecía contagiado, empezó a freir una batatas salvando la situación.

Memorable fue la rabia que agarró Omar Ramírez en uno de los primeros viajes al Hoyo de Pelempito, cuando de regreso y sin agua se empeñaba en halar al grupo hacia un camino que él creía correcto, pero el grupo no le hizo caso, cosa que resultaba grave porque en el grupo que lo dejó sólo estaba su novia Rosa Lamelas, quien después fue su esposa.

Dos casos de rabia colectiva se dieron mientras entrenábamos al Cuerpo de Guardaparques Voluntarios en 1993. El primero de esos dos casos fue cuando les hice caminar bajo sol desde Boca de Yuma hasta “El Martel”, creyendo algunos de ellos que allá encontrarían una cafetería con refrescos y cerveza, cuando ni gente vivía por esos rumbos.

El segundo caso fue cuando íbamos por cinco días de sobrevivencia al Parque Armando Bermúdez. Minutos antes de partir, ya en el Parque, les hice formar y despojarles de todos los alimentos que llevaban de contrabando, pues el ejercicio consistía en solamente llevar miel y granos… Me explico: maní, almendras, nueces, etc. Esa vez la rabia casi hace renunciar a algunos, pero al final se sintieron bien… bien débiles, pero contentos.

Muchos otros casos de rabia se nos han presentado tanto en las cuevas como en pleno monte. Hay gente que ha cogido rabia porque creía que las cuevas estaban iluminadas y se aparecen sin el más barato foco del mercado; otros porque se encuentran con que no hay caminos donde nunca ha estado la gente; algunos cogen rabia consigo mismos por no haberse aventurado nunca a conocer su país.

Ahora, la rabia más rara la cogen algunas novias y mujeres de los hombres del Espeleogrupo cuando éstos las abandonan por irse a inhóspitas cuevas, llenas de “peligros”, infestadas de alacranes, con aterradores precipicios y aguas tenebrosas. Pero lo más peligroso de esas cuevas –y por lo que da más rabia– es que también van mujeres desconocidas que pudieran ser más peligrosas que las cuevas mismas.

NOTA: si quieren ver algo serio sobre rabia vayan a la página de Ecología, en la sección de Economía.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas