La racionalidad en las  E.I.A

La racionalidad en las  E.I.A

Las ingenierías fueron los saberes técnicos elaborados durante la revolución industrial para transformar el mundo. Legitimaron un nuevo tipo de profesionales, con una formación muy especializada con una racionalidad  fundamentada en el progreso bajo el dominio de la ciencia, la técnica y hoy las tecnologías.

Entonces, uno se pregunta, ¿Por qué hacer Evaluación de Impactos Ambientales, si fueron formados para evitarlos? En qué constituye el fin último de la E.I.A.?  Pues, el desarrollo capitalista de esas fuerzas no previeron las consecuencias de ese afán de todo transformar, se vieron los primeros impactos con las catástrofes, en la atmósfera, en los mares, en las playas, en las enfermedades, y se llegó a las E.I.A. como  una herramienta idónea para la armonización de las actividades antrópicas-productivas con el ambiente (socio-cultural y natural).

La evaluación surge en la sociedad post-industrial para controlar los efectos de los cambios expansivos del progreso socio-técno-económico que, hasta su implementación, no tenía conciencia del impacto de esos efectos ni de  las consecuencias que se manifiestan hoy en escasez, pérdidas, enfermedades, perturbaciones, cambios definitivos en la biodiversidad, en la producción y en definitiva en la sustentabilidad y rentabilidad de las actividades productivas. La evaluación está informando, desde una lectura comunicativa, que el ambiente posee factores sensibles que deben ser tenidos en cuenta antes de realizar una determinada actividad económica.

Otro metamensaje informa acerca de que el ambiente constituye una entidad reparable, posee un conjunto de factores a los que se les pueden ser restituidos sus “estados” originales. En suma, la inserción antrópica en el ambiente, si se la controla con determinadas metodologías y técnicas, es infinita, no tiene porqué ser traumática o perjudicial sino simplemente una actividad más dentro del ambiente y que el ambiente no constituye una entidad intocable, pero sí lo suficientemente flexible para permitir determinados emprendimientos porque todo se corrige, se mitiga, se controla.

La evaluación constituye el primer eslabón en un cambio de conciencia ambiental desde  un nivel tecno-ideológico y el segundo  es la implementación de las ingenierías ambientales.  Hoy, frente a la urgencia de los cambios climáticos peligrosos para la sobrevivencia de todas las especies, es fundamental repensar el concepto de progreso. La racionalidad técnico-económica postmoderna debe dejar lugar a una nueva racionalidad donde las comunidades locales y sus culturas se impongan por encima de las multinacionales irreverentes y soberbias.

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