La rapacidad de los buitres políticos

La rapacidad de los buitres políticos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Desconcertante resulta para la opinión pública dominicana el descaro de cómo los políticos, enquistados en posiciones públicas, se reparten el dinero que reciben del pueblo a través del fisco en pensiones privilegiadas, sueldos lujosos y cofrecitos legislativos en descarados repartos del dinero que no es de ellos, desnudándolos ante el país con la rapacidad de buitres políticos, que dejan sin dinero los programas y actividades que los gobiernos deben llevar a cabo en cumplimiento del mandato constitucional.

En estos días se ha hablado mucho de combatir la corrupción. Todos predican de la necesidad de dar ejemplos ante denuncias y sometimientos de quienes hacen galas de su habilidad para declarar ante el país que el uso de esos recursos, de la forma como ellos lo hacen, no es un acto doloso, sino que es una compensación por sus sacrificios de ser políticos, y como es ahora el caso al decir que nos gobiernan haciéndonos un favor, que no somos inteligentes, y que de otra forma caeríamos en el desorden y caos financiero, poniendo como ejemplo lo padecido por la nación en los primeros cuatro años del siglo XXI.

El accionar de los buitres políticos se ha vuelto descarado en los pasados años, en donde se considera como una acción legal de que se les compense con ingresos super lujosos, provenientes de las arcas oficiales, y más ahora que aseguran su futuro con super generosas pensiones sin tener los años reglamentarios como servidores públicos, pretendiendo ordeñar la vaca nacional con sueldos que ningún Estado podría cumplir. Y los legisladores son tan descarados, que sus cofrecitos los justifican y son la mejor muestra de una acción incorrecta e indelicada del manejo de los recursos públicos para supuestamente compensar los sacrificios que ellos hacen con sus sueldos por las constantes donaciones a los pobres. Ellos cubren los aspectos más variados de la acción social, desde comprar el ataúd por la muerte de un pariente, pagar el bautizo de un niño, comprar medicinas para un enfermo, hasta pagarle una deuda a alguien que está al borde de la desesperación o cubrir los costos de alguna cirugía costosa. Incluso del dinero del erario ha sido costumbre pagarle costosas cirugías hasta los rivales políticos que tienen que practicárselas en el exterior.

La percepción social es que la sociedad se encamina hacia un derrumbe ético y moral, cuando se ve como algo muy normal el que el enriquecimiento con el dinero del erario no reciba ningún tipo de sanción legal o moral, permitiendo así a los políticos que funcionan como burócratas de alto nivel, codearse con lo más granado de la sociedad, a la cual antes rechazaban, por aquellos pujos sociales que adornaron por años a los que hoy son los más señeros dirigentes de la nación.

Y no es que busquen la forma de desviar los recursos públicos hacia fuentes privadas, sino que por el hecho de desempeñar funciones públicas, se ven asediados por la lluvia de ofertas y jugosas comisiones que llevan como arrastre al autorizar contratos o compra de equipos costosos y hasta de franquicias para establecer empresas que necesitan de un aval para poder funcionar en el país.

Indudablemente que la presencia tan fuerte de las inversiones europeas en el sector del turismo, que tren consigo el reparto de jugosas dádivas, han acelerado el derrumbe ético. Y los pruritos que pudieran tener algunos dominicanos de eximirse de recibir tales gratificaciones se han esfumado, ya que esos inversionistas, en sus países de origen, han tenido que romper brazos en base a ser más generosos que sus rivales, para hacer avanzar sus inversiones empresariales.

La opinión pública tiene ideas muy precisas acerca de la corrupción burocrática nacional. El hecho de que se ha determinado que el boroneo de la corrupción, para obtener el simple servicio oficial de un documento, o que se le permita a un familiar ver a su hijo preso, nos lleva a un punto muy pesimista de la rapacidad del burócrata, y más si es un político consagrado a esa actividad. Los esfuerzos que pudieran realizarse para combatir ese cáncer, es una pura ilusión de que se lograría un cambio, ya que cada vez hay más formas de corromperse, hasta cuando se utilizan los recursos oficiales para actividades que solo buscan promocionar la figura de determinados políticos. Y ahora se desgranan con la forma de cómo se auto-conceden pensiones o aumentos de sueldos, y se recurre a los cofrecitos para soportar los sueldos de los legisladores. Ya los bajos sueldos, en los más altos puestos de la administración pública, son cosa del pasado, pese a que el actual gobierno ha anunciado diversos planes de austeridad, incluso con reducciones de sueldos y los funcionarios ignoran esas directrices, dándole una bofetada al país cuando se conoce el monto de sus ingresos mensuales a expensas del tesoro público.

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