La RD en la encrucijada política: una luz al final del túnel

La RD en la encrucijada política: una luz al final del túnel

El momento que vivimos es de virtual quiebra política, económica, social y moral de nuestra sociedad, en la cual un Estado despótico es manejado por un partido que ha perdido todo sentido de la ética social, excepto el valor práctico de la disciplina, con las excepciones que confirman la regla, que se ha dedicado a enriquecerse a costa del Estado y a comprar conciencias a diestra y siniestra, entre los menesterosos y ambiciosos de turno:  y a demás pequeñas organizaciones de derecha con el PRSC a la cabeza a cambio de propinas y pequeñas partes  en el pastel gubernamental.

Por el otro lado, el PRD, único representante efectivo de la oposición, se encuentra dividido entre un pequeño grupo protegido por el gobierno y su  Tribunal Superior Electoral, que pretende utilizar las siglas del Partido para alcanzar posiciones y otras ventajas; y otro más grande inmovilizado por la falta de liderazgo, consensos democráticos y conflictos de intereses.

Por último figuran las izquierdas, atomizadas y  prisioneras de un pasado que ya no volverá, fruto del personalismo y la falta de objetividad con  respecto a la real correlación de fuerzas y  de las posibles soluciones a la problemática nacional.

De perdurar esta situación por nuestra torpeza para enfrentar la dura realidad que está padeciendo el pueblo dominicano, terminarán desarrollándose otras fuerzas que asumirán la misión de establecer el orden, la justicia y el progreso real de nuestra sociedad.

Frente a esta encrucijada, felizmente no hay condiciones internas ni internacionales para que un sector militar pretenda asumir el papel de salvador de la patria para imponer otro yugo como el trujillista.

En cambio, hay tres sectores que si se unen sin pretensiones de monopolizar en su favor todo el poder público, pueden producir un efecto vitalizador sobre la vida política, económica y social dominicana; los intelectuales y tecnócratas; los empresarios progresistas y dirigentes comunitarios.

Así, bien sea asumiendo el control de una de las fuerzas políticas ya citadas o creando organizaciones, con participación de   cientistas sociales y tecnócratas;  de los empresarios preclaros con el apoyo del sector sano de esa clase, y de dirigentes comunitarios capaces de defender racionalmente los intereses populares, una alianza de ese tipo puede hacer la diferencia para auspiciar y dirigir un régimen más justo, racional y progresista.

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