La RD y la OEA (2 de 2)

La RD y la OEA (2 de 2)

JESÚS MARÍA HERNÁNDEZ SÁNCHEZ
Empezaremos ahora nuestro recuento histórico en la relación de ese organismo internacional con nuestro país. Ya en 1949 invocando el TIAR (Tratado Interamericano De Asistencia Recíproca), Haití, fundado en ciertos hechos que a su juicio eran susceptibles «de crear una situación difícil con nuestro país», solicitó una reunión de consulta, y la «Segunda Consulta Provisional» se llevó a cabo en Washington. Haití alegaba que un ex-coronel Roland, residente en nuestro país, tramaba un complot para derrocar su gobierno y era tratado complacientemente por el gobierno dominicano; se decidió que ambos gobiernos comenzaran conversaciones amistosas y no fue necesario convocar el órgano.

El 1950 volvió a presentarse la denuncia de Haití; nuestro gobierno también solicitó la convocatoria ya que consideraba al gobierno haitiano cómplice en las actividades militares de la Legión Del Caribe encaminadas a derrocar su gobierno (caso Cayo Confites y expedición de Luperón). En este caso el consejo aprobó 8 resoluciones en apoyo a la democracia, a las soluciones pacíficas, a la no intervención y creó una Comisión especial para el Caribe que trabajó durante unos meses.

En 1959, a solicitud del gobierno dominicano se reúne la Quinta Reunión de Consulta invocando el TIAR y alegando la intervención de Cuba y Venezuela en relación a «dos invasiones contra la República Dominicana verificadas en junio de este año» (expediciones del 14 de junio). En esta reunión se creó la Comisión de los Derechos Humanos y se anunciaron algunos principios y atributos del sistema democrático.

A solicitud del gobierno venezolano se llevó a cabo en San José de Costa Rica la Sexta.

Reunión de Consulta en agosto de 1960; el gobierno de ese país alegó que el atentado contra la vida de su Presidente Rómulo Betancourt, el 24 de julio de ese año, se había llevado a cabo «con el apoyo moral y ayuda material de altos funcionarios de la República Dominicana». El Consejo decidió que «los hechos antes relatados constituyen actos de intervención y agresión contra la República de Venezuela que afecta la soberanía de dicho Estado y pone en peligro la paz de América», decidiendo la ruptura de las relaciones diplomáticas de todos los estados miembros con la República Dominicana y la suspensión inmediata del comercio de armas e implementos de guerra de toda clase. Esta reunión fue la primera que se llevó a cabo por aplicación del TIAR.

A raíz del ajusticiamiento de Rafael Trujillo, la OEA, a través de la Comisión de Paz estuvo trabajando para colaborar con una salida pacífica en los momentos difíciles que vivíamos, el doloroso traspaso de una tiranía absoluta a una democracia representativa.

Es posible que su intervención halla salvado algunas vidas; el pueblo en las calles lo que le pedía era que no levantara las sanciones económicas hasta que hubiera un nuevo gobierno pues el levantamiento de éstas traería consigo el pago inmediato de 22 millones de dólares por venta de azúcares que estaban retenidos. Al final así se hizo.

La Octava Consulta (Provisional) es a petición de nuestro país; en el año 1963 nuestro gobierno, presidido por Juan Bosch, alegaba que «existían acontecimientos que podían poner en peligro la paz con Haití». Se creó una comisión que visitó ambos países para verificar los hechos denunciados. La comisión recomendó que ambos gobiernos establecieran conversaciones directas a fin de concertar acuerdos sobre la causas de las frecuentes fricciones entre ambos países.

La Décima Consulta se llevó a cabo en mayor de 1965 en la sede la OEA en Washington; el motivo, la crisis dominicana surgida luego que un movimiento militar dio al traste con el gobierno de facto y proclamó el regreso al país del presidente constitucional Juan Bosch, quien había sido depuesto en 1963, para que éste de nuevo ocupara el solio presidencial; luego vino la injusta y grosera intervención de los Estados Unidos para hacer abortar este Movimiento Constitucionalista. Venezuela se dirige al Consejo, quien se reúne en la 10ma. Consulta.

Se necesitaba legitimar la invasión, se envían comisiones al país que tratan de alcanzar un cese al fuego entre ambos bandos, el llamado Grupo De San Isidro era respaldado totalmente por los 42,000 soldados norteamericanos que ofendían nuestra soberanía.

En dicha Reunión se va a votación para crear una fuerza militar de diferentes países, la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) que se «supone» reemplazaría a los soldados de los Estados Unidos.

La votación fue 14 votos a favor, entre ellos el dominicano y 5 en contra (México, Ecuador, Chile, Perú y Uruguay). Venezuela increíblemente se abstuvo en esta ocasión; la actitud del Secretario General de la OEA, el uruguayo José A. Mora quien vino en misión de paz, fue «muy cuestionada». Para ser generoso con mis amigos uruguayos, el secretario general de la ONU envió como su representante para mediar en el conflicto a José A. Mayobre (venezolano), quien con una posición que lo enalteció evitó hechos más trágicos para nuestro país.

Se formó una Comisión Negociadora de los embajadores de los Estados Unidos, Brasil y El Salvador dirigida por el embajador E. Bunker de los Estados Unidos, un diplomático de alto nivel y de una gran capacidad de negociación. Esta comisión «negoció» si así se puede decir una salida satisfactoria.

La posición de la OEA quedó retratada en esta frase que repetía el pueblo: «¡con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea!».

De ahí en adelante, que yo recuerde, hemos dejado tranquila a la OEA, fuera de uno que otro caso en la Comisión de Derechos Humanos, su actuación con observadores en elecciones generales y una que otra consulta a la crisis en nuestro vecino país.

Reiteramos lo que dijimos al iniciar que este artículo, que para bien de nuestra región, la OEA deberá poner todo su empeño para modificar el criterio que nuestros pueblos tienen de ese organismo, convirtiéndolo en una punta de lanza para el mejoramiento y sostenimiento de nuestro sistema democrático y de base para mantener incólumes los principios de autodeterminación y de no intervención, piedras angulares de las relaciones internacionales. Confiamos que en las nuevas manos así se hará.

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