El Gobierno dominicano, que se ha ofrecido para mediar en el conflicto del Medio Oriente y ha establecido relaciones con Libia como parte de una supuesta expansión en materia de intercambio e inversión, si hay una nación con la que ha debido formalizarse relaciones diplomáticas ha sido con China.  Cuando el auge de los «tigres asiáticos», de China ni se hablaba, a pesar de que era la primera potencia militar de la zona.

Pero resulta que ya en el año 2000 esa nación relegada se había situado en el sexto lugar entre las grandes economías. Para un país con una cultura milenaria, con más de 1,300 millones de habitantes, esa posición en el ranking mundial no era ningún privilegio. Lo extraordinario ha sido que hoy los chinos ocupan el segundo puesto, convirtiéndose en la primera potencia de Asia, y de que las perspectivas son que al cabo de algunos años podrían colocarse en primer lugar.  El milagro se explica en el crecimiento sostenido de la economía como resultado de las saludables reformas que se han planteado las autoridades.

La inversión en el sistema educativo para formar profesionales competitivos, el respeto a las leyes y las reglas de juego y la seguridad ciudadana han sido las claves de ese desarrollo de una nación que no tiene petróleo y que está sujeta a las normas de los mercados internacionales. Sus autoridades sabían lo que querían y cómo alcanzar sus objetivos. Estados Unidos, su antiguo rival en política, es hoy su principal competidor en el mercado mundial.

Y otras grandes potencias económicas, pero también muchos países de América Latina, han reforzado sus relaciones comerciales con la nación asiática, que hoy exhibe muchos productos con sello internacional. La capacidad de consumo ha convertido a la nación  en uno de los principales consumidores de materia prima y de tecnología. La actual crisis financiera que recorre el planeta ha encontrado en China, por la solidez de su economía, un infranqueable valladar.

China puede hacer grandes inversiones en República Dominicana en sectores como el energético, fundamental para el desarrollo.