Mucha gente se asombra por la manera en que hace unos meses don Hipólito Mejía, del PRD, lucía un imbatible candidato presidencial y hoy Danilo Medina, del PLD, le aventaja en muchas encuestas y puede que le dé el espanto de su vida (a “Papá”) al salir electo Presidente de la República.

Si uno se pone a analizar tranquilamente, sin apasionamiento partidarista, es una verdad incontestable que desde hace unos tres meses las métricas de las encuestas indican que Mejía ha ido bajando de su techo de 54% mientras Medina ha ido sostenidamente subiendo hasta sobrepasar a su contrincante.

Las encuestas son realmente un enredo. Parece que depende quién las realice. Pero aún así, algunas poseen el prestigio de su marca, y considerando eso parece que Danilo aventaja ligeramente a “Papá”, algo insoñable hace pocos meses cuando don Hipólito lucía ungido como el próximo Presidente de la República.

Esta situación hay que analizarla al ver la realidad del PRD, un partido en el cual cerca del 40% de sus miembros están resentidos por cómo ganó la candidatura don Hipólito, y en contra de su perredeísmo activan adversamente a “Papᔠpara reivindicar el liderazgo de Miguel Vargas Maldonado, un hombre que pese a ser presidente del PRD ha dicho que no saldrá a buscar votos para “Papá”, quien lo defenestró en sus primarias dizque con apoyo del presidente del PLD, Leonel Fernández.

Y es que muchos olvidan que Fernández es el presidente del PLD.   Aparte de jefe del Estado y Presidente de la República, es una fiera política. Y por eso muchos perredeístas con sentido práctico han transado acogerse al proyecto de nación de este monaguillo boschista, quien al cabo del tiempo resultó más obispo “boschista” que nadie.

Aquí hay vida, en el absurdo concepto de la política criolla.

Pero la desgracia del PRD no es que el PLD tenga un candidato al cual nadie ataca ni un Presidente de la República que anda diariamente inaugurando obras.

La realidad del PRD es que el mismo porcentaje que votó por Vargas Maldonado hoy no hace nada a favor, y antes en contra, de don Hipólito; mientras en el PLD, casi todos los antiguos “leonelistas” empeñan sus esfuerzos para derrotar al PRD.