La realidad supera la ficción

La realidad supera la ficción

En la Cámara de Diputados se discute un proyecto de Ley que, entre otras cosas, le cambia el nombre a la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Se llamaría Instituto Nacional de Estadísticas, con autonomía de gestión presupuestaria, financiera, técnica y administrativa.
Lo del Instituto está bien, lo malo es que se quiere correr más que la pelota. Para el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo y el delegado en el país de la Unión Europea, el cambio de nombre es suficiente para que pueda hacerse cargo de la construcción y publicación de la inflación y las cuentas nacionales. Y no es así. Afirmaron que “en la actualidad hay falta de credibilidad de las estadísticas”, lo atribuyen a que el Banco Central actúa como juez y parte.
Lo que tampoco es cierto, quedan desmentidos por la realidad, también por los organismos internacionales, de manera particular el FMI y la Comunidad Europea. Sostienen exactamente lo contrario, que nuestras estadísticas de precios y cuentas nacionales tienen alta credibilidad. Si pensaran diferente no citaran de manera positiva el elevado crecimiento promedio anual de la economía de 4.9%, con inflación de 4.2%, periodo 2008-2016, es decir, dentro del rango meta de 4.0%± 1.0% del programa monetario de los últimos años.
Lo desmienten informes del FMI, que hacen referencia a la independencia de la Junta Monetaria para hacer política. Cuando invitan a técnicos de la entidad bancaria a intercambiar experiencias con otros países, sobre levantamiento de datos y metodologías de construcción de indicadores. Cuando reconocen que son técnicos de elevado nivel académico, y es el consenso en el país, que hacen su trabajo con independencia de criterio, sin depender de directrices o intereses particulares. Debe decirse que de haber sido diferente, hace tiempo se hubiese sabido.
Los funcionarios no tienen razón para decir que los indicadores macroeconómicos adolecen de falta credibilidad, y que se actúa como juez y parte. Lo decimos, además, porque no citaron hechos, situaciones concretas, en respaldo a lo que dijeron. Equivale a levantar sin sustento un debate entre poder e integridad. Se podría argumentar, en el caso del embajador Alberto Navarro, que está de paso en el país, carece de carpintería en la construcción de estadísticas macroeconómicas. Que su trabajo es no permanecer anónimo y que necesita llamar la atención. A la política se le han dado varias definiciones, una de ellas que se trata de un espacio de opiniones fluctuantes y mentiras estratégicas. Es donde ubico su discurso. El problema es que erró el tiro, no tomó en cuenta que la Comunidad Europea, el Organismo que representa, no piensa igual. Además, tocó un tema desfasado por la realidad en América Latina, un cuento que subió a escena como comedia satírica, divertida, entretenida, pero que perdió vigencia por falta de seguidores académicos.
A los diputados les digo lo que está bien no se toca, mucho menos si es para dañarlo. Nuestras estadísticas nada tienen que envidiar a las de Chile, por ejemplo, donde el Banco Central es responsable de computarlas y publicarlas. Con el tiempo, cuando el Instituto haya ganado confianza y credibilidad en la comunidad financiera, podrá aspirar a elaborar la inflación y los indicadores de cuentas nacionales. Mientras tanto, que se queden en el Banco Central.

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