La rebelión de los claustros

La rebelión de los claustros

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En tiempos de Trujillo, la casi totalidad de los catedráticos de la Universidad de Santo Domingo eran acérrimos defensores del tirano; no obstante, entre ellos había unos cuantos que no eran afectos a la dictadura. Eran trujillistas “de la boca para afuera”; estaban al servicio del régimen, pero sin renunciar a su creencia de que aquí, tarde o temprano, la democracia habría de imperar.

Días después de que el cadáver del dictador Rafael Leónidas Trujillo  fuera depositado en una cripta de la Iglesia de San Cristóbal,  miles de sus víctimas surgieron de las sombras. Vivimos momentos de angustias y de esperanzas. Grandes manifestaciones en contra de la permanencia en el país de los Trujillo y sus amanuenses comenzaron a tener lugar en la ciudad Capital  y en las principales provincias del país. Algunos catedráticos, y un número mayor de estudiantes, comenzaron a hacerse sentir y hacer valer en la Universidad Primada los ideales de la Reforma Universitaria de Córdoba.  

El 31 de diciembre de 1961, el presidente Joaquín Balaguer promulgó la Ley 5778 Sobre Autonomía Universitaria. El mencionado Edicto redefinía la Universidad como “una comunidad de profesores y estudiantes con facultad para dictar sus propias leyes y reglamentos y para elegir sus autoridades”. También, consignaba que para el financiamiento de sus actividades el Estado dedicará un subsidio que no será inferior al 5% del Presupuesto Nacional. Entre otras disposiciones transitorias, dicha Ley  contemplaba la formación de dos comisiones, una para la redacción de un Estatuto Orgánico, y otra para que fungiera como Consejo Universitario Provisional; ésta última, presidida por el doctor Julio César Castaños Espaillat. A partir de entonces, la Universidad de Santo Domingo fue rebautizada con el nombre de Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). El doctor Joaquín Balaguer, catedrático de Derecho Constitucional,  fue cesado por las nuevas autoridades de esa Casa de Alto Estudio que le enrostraban al mandatario su condición de amanuense del dictador ajusticiado; también,  fueron cesados más de una veintena de profesores acusados de complicidad con algunos de los crímenes cometidos durante la llamada “era de Trujillo”. Lo mismo les ocurrió a decenas de estudiantes y empleados acusados de ser miembros de los servicios de inteligencia del sátrapa. De aquellos claustros revueltos y confusos, ¿pudo haber surgido un nuevo orden social más justo y solidario? Creemos que sí.

En diciembre de 1962 se celebraron en el país las primeras elecciones libres de los últimos 40 años, resultando ganador de las mismas el candidato del Partido Revolucionario Dominicano, profesor Juan Bosch, quien tomó posesión de su cargo el 27 de febrero del año siguiente. El 29 de abril de 1963, la Asamblea Nacional proclamó una nueva Constitución. La madrugada del 24 de septiembre de 1963, el gobierno del presidente Bosch  fue derrocado por un Golpe de Estado Militar encabezado por coroneles y generales de la Base Aérea de San Isidro quienes instalaron en el poder un Gobierno de Facto denominado el Triunvirato. El 28 de noviembre de 1963, militantes  del Partido 14 de Junio se levantaron en armas contra el Gobierno de Facto, entre ellos, el líder de esa agrupación Manuel Aurelio Tavárez Justo. El 24 de abril de 1965, militares encabezados por el coronel Miguel Hernando Ramírez  iniciaron un levantamiento militar con el propósito de reinstalar en el poder al depuesto presidente Bosch y poner de nuevo en vigencia la Constitución de 1963; suceso éste, que dio lugar a una guerra civil agravada por una Intervención Militar de la Armada de los Estados Unidos.         

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