La receta de Lula

La receta de Lula

En cada campaña electoral, los aspirantes a la presidencia de la República Dominicana siempre hacen promesas muy bonitas, como por ejemplo que acabarán con la pobreza y las desigualdades  sociales, pero nunca dicen cómo lo harán.

Otros afirman que fomentarán la agropecuaria, pero ninguno suelta prenda para que los sectores vinculados a ella tengan una ligera idea y puedan plantear sus argumentos. Naturalmente, todo esto forma parte de nuestra idiosincrasia, que entre otras cosas nos lleva a no dar muchas explicaciones, especialmente cuando se trata de políticos.

Esos aspirantes deberían echarle siquiera una ojeada a lo que nosotros llamamos “la receta de Lula”. El primer día de su gobierno, Lula montó en un avión a todos sus ministros, para que vieran con sus propios ojos la miseria en los campos de Brasil. Contrario a muchas voces disidentes, como las hay aquí, Lula aumentó el salario mínimo  en un 62 por ciento en cinco años, y no se produjo la cacareada  inflación. Pero aún más: al aumentar el poder adquisitivo de esos trabajadores y empleados, ellos se convirtieron en consumidores y aumentó entonces la producción.

Construyó centenares de escuelas técnicas, para que los jóvenes aprendieran un oficio, sin perder mucho tiempo. En cinco años, logró disminuir la desnutrición en un 73 por ciento y la mortalidad infantil en un 42 por ciento.

Gracias a sus políticas sociales, Lula logró rescatar de la pobreza nada más y nada menos que a 28 millones de pobres. Y no solo le pagó al Fondo Monetario Internacional (FMI) 16.000 millones de dólares que Brasil le debía, sino que ahora es el FMI que le debe a Brasil 14.000 millones de dólares.

Justo por eso, recientemente en México el ex presidente de Brasil fue seleccionado por el Centro Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano de Cárdenas, como el gobernante más destacado en toda América Latina.

Sin embargo, hay que consignar que todos estos logros de Brasil no quieren decir que ese país no tenga problemas. Sí los tiene, y son muchos, pero ahora cuenta con otra figura que sigue los pasos de Lula: la presidenta Dilma Rousseff, quien sigue casi el mismo patrón de desarrollo, que han permitido a Brasil convertirse en una potencia mundial.

En nuestro país, uno nota cómo según avanza la campaña política, más que acercamientos, incluso dentro de los mismos partidos, lo que hay son desavenencias, incluso en puntos que deberían concitar la unidad de todos.

No obstante la proximidad de las elecciones previstas para el año que viene,  todavía hay tiempo para que las organizaciones políticas se pongan de acuerdo en un Programa Común que incluya los grandes problemas que afectan a la sociedad dominicana.

Esto no perjudicaría en nada a los partidos, pues cada elector votaría por el candidato de su preferencia, con la seguridad de que si las elecciones fueran transparentes como el pueblo desea, los puntos del Programa Común serán cumplidos. Y si los aspirantes copian siquiera algo de la receta de Lula, mucho mejor.

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