La recuperación de la confianza

La recuperación de la confianza

El premio Nóbel de economía 2001 recayó en un economista norteamericano que está calificado como un genio, afirma que las políticas económicas deben favorecer a los pobres y ayudar al crecimiento de la riqueza, a fin de que las injusticias mayores desaparezcan y se logre un crecimiento de la economía sostenido, único esquema que despierta y mantiene la confianza publica.

De acuerdo con la teoría y práctica moderna del arte de gobernar, el estado debe dejar de ser paternalista clientelista, propietario de bienes de capital, administrador de industrias y comercios, teniendo la obligación de convertirse en un ente regulador, fiscalizador, promotor de nuevas empresas pequeñas y grandes, cuidador de los bienes inalienables del patrimonio público, ejecutor de políticas económicas que mantenga el equilibrio de la economía, sin desajustes injustos, ni privilegios irritantes, en fin un buen administrador del bien común.

Los medios de comunicación, prensa escrita, televisión, radio, radio bemba, panfletos, libelos, etc., nos traen a diario los desatinos que ocurren en el país en todos los órdenes. La aspiración fragmentada de los candidatos del partido en el gobierno. La campaña comedida, del principal partido de oposición con su candidato ya definido en la palestra pública para competir y el Ing. Estrella, elegido por el otro partido que ostentó el poder por 22 años, de quien estamos esperando propuestas tendente al apoyo de sus aspiraciones.

En todo ese abigarrado panorama estamos deseosos, ansiosos, desesperados de oír un programa de gobierno tendente a encausar por el camino del desarrollo a esta población necesitada de una administración progresista y honesta.

Un programa y un plan maestro de gobierno, una ley que obligue cumplirlo, un compromiso solemne de su ejecución por parte del Presidente de la República, es imprescindible, con el fin de que exista obligatoriedad, y continuidad de los planes de desarrollo, es decir, el comienzo de ejecución y su permanencia para lograr los objetivos del bien común, es lo que enrumbará definitivamente a la nación por mejores vías.

Es hora de que cesen los chistes, el zarandeo de los principios y valores, o el permitir que una pandilla se adueñe de los recursos públicos; tiene que terminar la impunidad, la justicia es la que debe jugar su rol de rasero público.

Podemos asegurar que una vez iniciado el programa de gobierno obligatorio, que implique trasparencia de la gestión gubernamental, localización de nichos en el mercado internacional para la colocación de nuestros productos, una solución al problema energético, creación de verdaderos empleos, la confianza se recuperaría como si fuera la obra de Dios, siendo ella de humanos normales, que aman su país y trabajan en beneficio del desarrollo. Si ese sueño se convirtiera en realidad, la República comenzaría un conteo agresivo hacia el crecimiento sano de la economía, revalorizaría su moneda, disminuiría la pobreza, y nuestro país se posicionaría en la cima de lo que seria un paradigma envidiable que disfrutarían las generaciones futuras. Para esto se necesitan hombres capaces, de buena intención, de honradez acrisolada y amor sincero por su patria.

Recordemos que los gobiernos no pueden resolver nada con leyes, decretos y promesas, pues estos no curan las enfermedades sociales como el hambre, el desempleo, falta de salud, deficiencia educacional, inflación, energía precaria, tasa de prima de dólar alta, y un poder judicial débil, pudiendo decir que los únicos servicios indispensables para la vida y su confort que recibimos es el aire que es gratis, nos lo brinda la naturaleza gracias al creador y el agua potable, que recibimos a precio adecuado, con planes definidos para servir a las cinco provincias del antiguo Distrito Nacional, durante los próximos 25 años, brindado por la CAASD; así esperamos que las demás poblaciones del país reciban este preciado servicio con la misma calidad, dentro del mismo marco de planes precisos y esperanzas optimistas con que nos sirve la institución indicada.

Los remedios de las taras señaladas, que por repetitivas se han hecho crónicas, están en el trabajo arduo, emprendedor y constructivo del sector publico y privado, así como en lograr el despertar de la confianza de un pueblo ya defraudado, traicionado y viviendo promesas falsas durante muchos lustros.

Los políticos que aspiran al poder, los gobiernos que lo ejercen deben inspirar, despertar y mantener la confianza publica, obtener la aceptación de sus compatriotas, administrando eficientemente las cargas y responsabilidades depositadas sobre sus hombros, para así proyectar esta nación hacia el desarrollo económico social. Sin olvidar que en cualquier renglón de la preparación técnica y administrativa, tenemos hoy mas que nunca hombres y mujeres idóneos, con maestrías, Phd, y experiencia para afrontar cualquier reto.

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