La nación dominicana por medio de diferentes liderazgos ha estado debatiendo el tema de la reelección presidencial.
La Iglesia católica, por ejemplo, rechazó esa pretensión de modificar la Constitución para que el actual presidente pueda reelegirse, a pesar de su popularidad.
El propio mandatario acaba de plantear en la cumbre de la CELAC la necesidad de que el crecimiento económico debe impactar en la gente.
Los datos de la CEPAL más recientes apuntan que aunque han disminuido en los últimos años los índices de pobreza, aumentó el porcentaje de indigentes. La pobreza del país bajó de 41.2 por ciento en el 2012 a 40.7 por ciento en el 2013. Pero la indigencia subió de 20 por ciento en el 2012 a 20.7 en el 2013. Y está por encima de la tasa promedio de la región, según se reveló. Una nación en donde hay un 40 por ciento de gente pobre, es bastante.
De lo que se trata, más que nada, es de reelegir la visión y el partido político que pueda dar solución a los problemas nacionales más acuciantes de la nación dominicana, como lo es la desigualdad social. No es un asunto solo de hombres. Es de estrategia de desarrollo. Y ese debe ser el gran debate.
El Partido de la Liberación Dominicana ha venido a ser un instrumento que ha impulsado el desarrollo de la nación, manteniendo la estabilidad económica. Impulsó un consenso con todas las fuerzas sociales y políticas por la más reciente Constitución del país.
Cuando el PLD no se pudo poner de acuerdo intensamente y con sus propios aliados, perdió las elecciones, como fue en el año 2000. Cuando le tocó el turno a la oposición, la nación dominicana fue afectada grandemente. La población sufrió. Los índices de pobreza y de indigencia en el país aumentaron. Muchas empresas quebraron. La tasa de cambio se disparó. La inestabilidad y la desesperación sobrevino.
Pero cuando nuevamente le correspondió el turno al PLD en el 2004, se retomó el control del avión. Y hasta cuando terminó su gestión en el 2012, el PLD y su presidente dejaron un automático puesto para que el nuevo piloto dirija la nave con éxitos.
Ahora, de lo que se trata, pues, es de tener la madurez necesaria para que se reelija la institución política que pueda continuar con los senderos de bienestar de la nación. Que se preocupe por la desigualdad. A pesar de las sombras que puedan haber. No todo está todo lleno de luces. Lo sabemos. Pero la oscuridad que hay en otras sendas, es mayor.
No es un asunto pasional ni mandar gente a las calles. Ni de reelección de persona o de puestos. De lo que se trata es de reelección de la visión, del partido y del liderazgo que ya ha demostrado la madurez necesaria para que el país continúe la estabilidad y el progreso. Una casa dividida contra sí misma, dice la Biblia, no puede permanecer.