La reelección contra viento y marea

La reelección contra viento y marea

El Presidente Hipólito Mejía ha asumido una posición lo que se dice porfiada frente a la reelección presidencial. Se ha abrazado tanto a la idea de permanecer en el poder por cuatro años más que nada ni nadie le ha hecho desistir.

Mejía ha pasado, en esta postura, de un extremo a otro. Con la vehemencia que suele poner a sus ideas y actitudes, el jefe del Estado escogió los más intensos calificativos para rechazar la repostulación presidencial y hasta llegó a considerarla, en línea con el pensamiento perredeista, como una de las principales causas de los males del país.

Pero como las emociones bajan con la misma rapidez con que suben, según explican los maestros de la conducta humana, el jefe del Estado cambió de parecer poco tiempo después y entonces se ubicó en el otro extremo. Y ahí ha permanecido obstinado, inconmovible, más firme que un árbitro.

Se entiende que “el carguito” de la Presidencia de la República sea lo suficientemente atractivo para que quien lo ocupa no quiera abandonarlo. El poder es, en realidad, un afrodisíaco. Es placentero, generoso, produce satisfacciones de todos los colores y hace que el hombre se sienta vestido de gloria.

Santana, Buenaventura Báez, Ulises Hereaux, Horacio Vásquez, Trujillo y Balaguer amaron el poder con tanta vehemencia, energía y ardor que hicieron y deshicieron todo lo que fue necesario para mantenerse en la Presidencia de la República. Y hay quienes dicen, sobre todo dentro del PRD, que Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco no dejaron de hacer sus muecas reeleccionistas. Y del doctor Leonel Fernández sabemos que se pasó dos de sus cuatro años coqueteando con la posibilidad de reformar la Constitución para encontrar una brecha para un período más.

Los votantes dominicanos, sin embargo, rechazan la repostulación y la reelección presidencial. Con inteligencia la vinculan a grandes males, porque así ha sido en nuestra historia. Nuestros grandes dictadores han sido también grandes reeleccionistas. Nuestros grandes presidentes permisivos y corruptos han sido también grandes reeleccionistas. Los que han obstaculizado la institucionalidad de la sociedad, en unos casos, o han destruido las instituciones, en otros, han sido también nuestros excelsos reeleccionistas.

En la etapa post Trujillo, el doctor Joaquín Balaguer fue un caso paradigmático. Fue tan permisivo como las circunstancias lo exigieran para quedarse en la Presidencia de la República. Convirtió el gobierno en un hospedero de clientes que ponían su lealtad a su disposición a cambio de canonjías y prebendas. Los cuarteles operaban como oficinas de partidos reeleccionistas y generales hubo, no pocos, que se transformaron en vulgares activistas de la repostulación presidencial. Todo era posible para conservar la famosa “silla de alfileres”.

Estas maniobras las conoce muy bien el Partido Revolucionario Dominicano, porque esta organización y sus líderes sufrieron en carne propia sus efectos y su postura rabiosamente antireeleccionista.

Las encuestas de opinión pública administradas en los últimos tres años y meses ratifican la oposición de los ciudadanos y ciudadanas dominicanas a la reelección presidencial. La población no aprecia la permanencia de los jefes de Estado en el poder. No solo de Hipólito Mejía. De ninguno. Por lo menos hasta ahora.

Veamos algunos resultados de los sondeos aludidos. En marzo del 2002, la Penn and Schoen reveló que el 53% de los votantes estaba en desacuerdo con una modificación de la Constitución de la República para que el Presidente Mejía pudiera permanecer cuatro años más en el poder. El 46%, en cambio, sí la aprobaba.

En agosto de ese mismo año, la encuesta Hamilton-HOY encontró que el 58% de la población adulta se oponía a la reelección. El 39%, en cambio, la favorecía. Algo más: este sondeo mostró que a pesar de las negativas del Presidente Mejía sobre el tema, el 78% de los ciudadanos creía que el jefe del Estado sí estaba interesado en el mismo.

En marzo del año siguiente, la encuesta Rumbo-Gallup halló que el 75% de los votantes estaba en desacuerdo con una repostulación del Presidente Mejía. Los sondeos de la firma Hispania Research Corporation y CID-Gallup, de octubre del 2003, revelaron que solo entre el 15 y el 18% de los ciudadanos y ciudadanas favorecía la reelección del líder del PPH.

Hay otras encuestas administradas en el país que incluyeron este tema, pero como el espacio no da para mucho más nos parece que con estos ejemplos es suficiente.

El Presidente Mejía ha seguido con su proyecto reeleccionista contra viento y marea y en esa porfía ha arrastrado a su partido a una posición que arrea una de sus grandes banderas de lucha. Sin importar lo que digan las encuestas y sin importar, tampoco, la historia del PRD.

Como era de esperarse y guardando las distancias que puedan haber, la repostulación del Presidente Mejía ha resquebrajado la unidad de su partido, primero, y ha sometido la Constitución de la República, las instituciones del Estado y las políticas públicas a las conveniencias de la reelección. Los ejemplos están a la vista de todos.

Este será, otra vez, un triste capítulo en la historia política dominicana.

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