El pasado sábado 27 de octubre, el sector dominante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que por supuesto es el que usa y abusa de los fondos públicos en su beneficio; escenificó un nuevo sainete político, destinado a imponer la repostulación y consiguiente reelección del presidente Danilo Medina, a contrapelo del espíritu y la letra de la Constitución de la República, tal como ésta quedó después de que la misma camarilla gobernante la arregló para perpetrar la reelección del año 2016.
No obstante la aprobación “por consenso” de las primarias abiertas, una distorsión de la Ley de Partidos “Made in PLD” que contraría expresamente el artículo 212 de la Constitución que señala taxativamente la selección de los candidatos de elección popular mediante la democracia interna, obligó a Leonel Fernández a proponérselo oficialmente, no obstante sus bravuconadas durante varios meses; no hace más que alargar el viacrucis del expresidente, pero no resuelve el impedimento de fondo de los designios reeleccionistas del danilismo, ya que con apoyo y sin apoyo del leonelismo no podrán alcanzar los votos de las dos terceras partes de los integrantes de Cámara de Diputados, necesarios para modificar la Constitución en esta ocasión.
A ese respecto, de nada valdrá buscar pretextos para la convocatoria a una Asamblea Revisora, unir las elecciones municipales y nacionales u otro pretexto; ni presiones políticas y económicas inconfesables, porque ya el pueblo dominicano y sus representantes legítimos están saturados de tanta corrupción, impunidad, injusticia e ineficiencias, solo espera a duras penas el año 2020 para reiniciar el camino hacia el progreso y la democracia real.
El casi abierto desfalco de los fondos públicos, la virtual inexistencia de la justicia, la burocratización del país, el gasto multimillonario en publicidad abierta y encubierta, el desempleo y el subempleo generalizados, y las carencias de infraestructura en todo el país, sobre todo en el interior, el abandono de los ayuntamientos, que solo reciben el 2% de los fondos públicos, y el afán desenfrenado de poder en que ha convertido la carrera hacia las próximas elecciones es un verdadero laberinto de imprevisibles consecuencias.
El descontento popular, expresado en paros y manifestaciones por doquier, de los cuales el del Cibao en la semana pasada, es solo una muestra, aunque se quiera culpar a otras organizaciones políticas como el PRM, no hace más que anunciar el próximo fin de un gobierno despótico que no tiene posibilidades de mantenerse en el poder después del 2020.
La reelección como proyecto político está en su laberinto… no solo la de Danilo, sino del PLD como partido hegemónico y negador de la democracia y el progreso de toda la sociedad.