La reelección: ¿y este relajo?

La reelección: ¿y este relajo?

Debería avergonzar a los políticos dominicanos hablar de reelección. La favorecen cuando les conviene y la rechazan cuando no. Repetiré aquí lo que he dicho y escrito en diversas ocasiones: no hay sistema de reelección perfecto; todos tienen ventajas y desventajas; por lo tanto, los argumentos a favor o en contra dependen fundamentalmente de las conveniencias para determinado grupo político.

Existen diferentes sistemas de reelección y en República Dominicana se han utilizado varios de ellos en los últimos 50 años.

La Constitución Dominicana de 1966 estableció la reelección indefinida y consecutiva. Este sistema tiene la ventaja de que siempre deja en manos del electorado la decisión de la elección, pero la desventaja de que facilita el uso y abuso de los recursos públicos porque un presidente puede manufacturar directamente sus propios triunfos. Este sistema benefició a Joaquín Balaguer.

La Constitución de 1994 estableció la reelección indefinida no consecutiva con un período de receso. El propósito fue impedir que Joaquín Balaguer se repostulara después de las disputas electorales de ese año. Esta modalidad se reintrodujo en la Constitución de 2010 para que Leonel Fernández pueda repostularse en el futuro. La ventaja principal de este sistema es que el presidente no puede manufacturar su propia reelección porque no es consecutiva, y permite cierta alternabilidad. La desventaja principal es que limita el surgimiento de potenciales candidatos presidenciales, ya que los ex presidentes pueden querer volver y cuentan con una ventaja acumulada.

La Constitución de 2002 estableció la reelección inmediata y nunca jamás. Este sistema tiene la ventaja de que la ciudadanía pueda reelegir por un período inmediato a un presidente popular, y además, contribuye a erosionar el caudillismo. La desventaja principal es que impide que un presidente con una buena gestión pueda repostularse después de agotar un segundo mandato.

Además de estos tres sistemas de reelección que se han establecido en República Dominicana en los últimos 50 años, hay otras tres modalidades.

Una es la reelección indefinida no consecutiva con dos períodos de receso. Este sistema tiene la ventaja de que permite la repostulación de un presidente pero no en breve tiempo, con lo cual se facilita el surgimiento de nuevos candidatos. La otra es permitir una repostulación inmediata y luego dos períodos de receso. Este sistema tiene la ventaja de que un buen presidente puede optar por una respostulación inmediata, y una vez cumplido ese ciclo, la espera de dos períodos facilita el surgimiento de otros candidatos. Finalmente, la reelección puede estar totalmente prohibida.

Los argumentos para justificar un sistema u otro de reelección no tienen resolución objetiva; dependen del interés y las posibilidades de los políticos en una coyuntura específica.

En República Dominicana, el tema de la reelección se ha convertido en un relajo, tal cual sucede en estos días en que el asunto se discute nuevamente por la alta aprobación del presidente Danilo Medina. Pero si el presidente Medina registrara una baja aprobación, entonces se estaría valorando que no exista actualmente la repostulación inmediata.

Las reglas del sistema político no pueden estar sujetas a los intereses particulares o a los vaivenes del momento político. En la Constitución de 2010 se abolió la reelección consecutiva y el nunca jamás a favor de la reelección no consecutiva, de manera que Leonel Fernández pueda respostularse y Miguel Vargas decir que pactó la no reelección.

Ahora hay que aprender a convivir con ese sistema, no porque sea el mejor, no lo es, sino porque la institucionalidad política no debe ser un capricho ni un relajo, ni siquiera estar sometida a la popularidad de un presidente.

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