La reelección

La reelección

Un tema que viene siendo objeto de especulaciones y debates desde hace semanas, es el de si el Presidente Fernández se repostulará o no. 

Unos dicen que la nueva Constitución se lo impide, otros opinan lo contrario, los hechos del pasado demuestran que las disposiciones constitucionales nunca han sido obstáculo para impedir la repostulación del mandatario de turno empeñado en esos propósitos.  Simplemente se modifica, se complace al gobernante, y las consecuencias poco importan.

En los actuales momentos, creo que nada dificulta al PLD modificar la Carta Magna, el control que tiene del Congreso se lo permite, a pesar de que las matemáticas parecen indicar lo contrario.

Solo consideraciones de tipo moral lo impedirían, y todos sabemos que en política estas cuentan muy poco.

Otra posibilidad que se baraja es la de proponer como candidata a la Presidencia a la esposa de Leonel Fernández, con el argumento de que “con ella seguimos con él”.  La Dra. Cedeño no se ha pronunciado sobre este particular, pero se observan  algunas señales que indican que pudiera existir interés en algunos grupos, para que se le considere como una de las opciones a tomar en cuenta. 

Ahora bien, sondeos realizados parecen arrojar resultados contrarios a que una mujer ejerza la Primera Magistratura en la República Dominicana.

Nuestra historia demuestra que torcer el curso natural de los acontecimientos, forzando situaciones establecidas para tratar de conseguir una reelección alimentada por grupos con exceso de ambición, nunca ha dado resultados positivos, siendo causante de serios problemas que deben  servirnos de lección.

Entendemos que la reelección no es mala en sí misma, lo pernicioso son los métodos  utilizados para lograrla, especialmente aquellos impulsados por los que se han aficionado a las mieles del poder, y temen como el diablo a la cruz caer abajo.  Estos individuos, en busca de sus propósitos pueden ser capaces de cualquier cosa.

La democracia no prohíbe la reelección, esta se entiende como un sistema que propicia la alternabilidad en el poder, y ofrece libertades que permiten el desarrollo de nuevos liderazgos, tanto al interior de los partidos como en la sociedad en general.  Las organizaciones políticas conspiran contra ellas mismas, cuando se aferran a un solo individuo y asfixian las pretensiones que surgen en su seno.

En nuestro país, tenemos un ejemplo aleccionador con lo que le sucedió al  Partido Reformista con la desaparición de Balaguer, quien fuera su amo y señor hasta el día de su muerte.  Ese partido sin él, se ha convertido en una sombra de lo que fue, y los despojos que quedan parecen  venderse al mejor postor.

Los propios dirigentes de los partidos, los que aspiran y los que se sienten  con condiciones para hacerlo, deben ser los primeros interesados en que sus organizaciones sean más abiertas, y propicien el surgimiento de nuevos líderes.

Pero por lo que los  dominicanos debemos verdaderamente preocuparnos, es por tener instituciones fuertes, que estén por encima de los hombres y el tiempo, y nos garanticen a todos el correcto funcionamiento del Estado.  Entonces, sólo entonces podremos dormir tranquilos.

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