La reforma constitucional

La reforma constitucional

MELVIN MATTHEWS
Los líderes del Congreso Nacional, Andrés Bautista, del Senado, y Alfredo Pacheco, de la Cámara de Diputados, acaban de contraer con la nación el solemne compromiso de concretar cuanto antes una nueva reforma constitucional duradera, consensuada y transparente, que supere las falencias de nuestra vigente Carta Magna.

La modificación que impulsa el Poder Legislativo, junto a la Comisión Especial para la Reforma Constitucional y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), aspira a que la nueva constitución represente la estructura de una comunidad política organizada donde prevalezca el orden necesario, que deriva de la designación de un poder soberano y de los órganos que lo ejercitan.

Bautista y Pacheco contrajeron el tácito compromiso, al pronunciar los discursos que abrieron una especie de «Asamblea Nacional especial» -si el término cabe, pues contó no solamente con la presencia del cuerpo legislativo, sino también con la asistencia del Presidente Leonel Fernández y su homólogo de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Issa, así como jueces de la Junta Central Electoral (JCE), el clero y la sociedad civil-, telón de fondo para la inauguración del seminario internacional «Visión y Análisis Comparativo de Reformas Constitucionales en Hispanoamérica», el miércoles 15 de junio retropróximo.

El compromiso contraído adquiere mayor relevancia, si se toma en cuenta que ambos disfrutan de un fuerte apoyo interno para ser reelectos en el liderazgo congresional cuando se renueven los bufetes directivos de las cámaras legislativas, el próximo 16 de agosto, pues a la colaboración directa entrambos, el manejo prudente de los asuntos del Congreso y a sus relaciones con las demás instancias públicas y el resto de la sociedad, se atribuye, entre otras realizaciones, la reciente mejoría de la imagen del primer poder del Estado: el Legislativo.

Sus discursos conciliadores contienen el sustrato de las obligaciones reformadoras asumidas. Ideológicamente, se situaron en la escuela de Eugenio María de Hostos, el eminente educador puertorriqueño que tuvo una preponderancia particular en la educación y la política nacionales. Las ideas hostosianas sirvieron de fundamento a las reformas constitucionales y educativas que realizó el país a finales del siglo XIX.

El senador del PRD por la provincia Espaillat, quien posee la rara simbiosis profesional de ser ingeniero agrónomo, empresario agrícola y doctor en derecho, sostuvo que la Constitución no puede constituirse solamente en un contenido textual bonito, ampuloso e ininteligible, sino que, desde su redacción formal y solemne, debe ser -como decía Hostos- «breve, flexible y natural». Abogó para que se constituya en la base fundamental del sistema de distribución y funcionamiento de los órganos de Gobierno y Estado, «en la expresión más alta del Estado de Derecho, no como órgano de gobierno de leyes únicamente, sino como garante de los derechos que consagra».

El centro del mensaje reformador del líder senatorial radica en sus reflexiones sobre las causas actuales del deterioro democrático, citando como uno de los factores «la tendencia centralizadora del poder, que obstruye el pluralismo e impone criterios».

Y lanzó los retos siguientes: ¿Quiere el pueblo dominicano una Constitución de carácter breve, flexible y natural, como la que soñó Eugenio María de Hostos, o por el contrario, desea la República Dominicana una Constitución mediana, extensa y rígida, cuyo contenido disuelva los valores y principios democráticos? ¿Se deben incorporar a la Constitución las garantías debidas a los servidores públicos para su estabilidad y para preservar la eficiencia estatal, a través de la carrera administrativa? ¿Debe ser el Congreso Constituyente, o el Congreso Nacional, constituido en Asamblea Revisora, el que realice una próxima reforma constitucional? ¿Deben aumentarse los funcionarios públicos de elección? ¿Deben establecerse más y mejores mecanismos de participación del pueblo en las grandes decisiones de la nación, como lo son el referéndum y el plebiscito? «Debe incorporarse a la Constitución la figura de la revocación del mandato por parte de las Asambleas Electorales ante la incompetencia y deficiencia en la gestión del funcionario publico de elección» ¿Debe incluirse en una próxima reforma constitucional la figura del Defensor del Pueblo? ¿Es necesaria, cuándo y cómo debe realizarse una reforma constitucional?

«Son estas», dijo Bautista reflexivamente, «algunos de los temas que el país debe abocarse a estudiar y analizar para tomar las decisiones condignas, siempre que estas resulten de una amplia, verdadera y activa participación de la ciudadanía».

El discurso que pronunció previamente el Presidente Leonel Fernández pareció una respuesta implícita y adelantada a algunas de las inquietudes de su anfitrión.

En el ínterin, Pacheco, titular de la Cámara Alta, en un corto mensaje de bienvenida invocó la definición de Constitución sustentada por Hostos en sus Lecciones de Derecho Constitucional: «la ley primera, de donde todas las demás se derivarán; la ley sustantiva, a la cual habrán de referirse y concordarse las demás».

Propuso que cualquier modificación a la Carta Sustantiva sea sobre la base de una verdadera reforma integral en la que intervengan como actores principales todos los estamentos sociales que componen nuestra nación».

Con ambas exposiciones parece iniciarse la nueva reforma constitucional navegando políticamente sobre aguas tranquilas.

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