1 de 3
En agosto de 1967, el insigne poeta chileno Pablo Neruda asistió a una magna concentración en apoyo a la candidatura a la presidencia de la República del doctor Salvador Allende celebrada en el Teatro Baquedano de Santiago de Chile. En esa ocasión, ostentando la representación de los escritores y artistas chilenos, el renombrado poeta expresó: “No queremos seguir siendo escritores de un pueblo que no puede leer. No queremos sentir la vergüenza, la ignominia de un pasado estático y leproso. Queremos más escuelas, más maestros, más periódicos, más libros, más editoriales, más revistas, más cultura”. A pesar del tiempo transcurrido, discursos como ése todavía provocan sentimientos de impotencia y de rabia en intelectuales y maestros de las naciones del llamado tercer mundo. Pero, no nos vayamos tan lejos, situémonos aquí y ahora: cincuenta y ocho años después del ajusticiamiento de Trujillo, todavía más de la mitad del pueblo dominicano enfrenta el desafío de disfrutar de una democracia que reúna los requisitos que le son propios. Es que es duro y encarrillado el camino de las grandes transformaciones en países como el nuestro en vía desarrollo.
La Reforma del Sistema Dominicano de Instrucción Pública que lleva a cabo el gobierno del presidente Danilo Medina a través del Ministerio de Educación descansa en cuatro grandes pilares: Tanda Extendida; Construcción y Equipamiento de Aulas; Formación y Capacitación de Maestros; Revisión Curricular; y un Programa de Alfabetización de Adultos. Al margen de todo esto que enumeramos, el gobierno del presidente Danilo Medina continúa desarrollando proyectos de construcciones escolares apoyados en recursos locales, en ayudas, y en préstamos internacionales, queriendo así enfrentar con éxito el enorme desafío de asegurar el bienestar de los ciudadanos dominicanos en un mundo que experimenta profundas y aceleradas transformaciones.
El mandatario peledeísta cree que, antes de que finalice su mandato, todas las escuelas públicas del país estarán laborando en horario corrido desde las ocho horas de la mañana hasta las cinco horas de la tarde. Y que los estudiantes que asistan a ellas desayunarán, almorzarán y merendarán en los mismos recintos escolares.
El presidente Danilo Medina espera, con fe y esperanza, que todos los niños y adolescentes hijos de familias pobres sean favorecidos con entregas gratis de uniformes y materiales escolares. Y con la ejecución de programas de nutrición y de salud. Pero, ¿qué porcentaje de nuestro producto interno bruto (PBI) habría de invertirse para alcanzar esas metas? En realidad no lo sabemos. No somos economistas ni especialistas en finanzas públicas. Si sabemos que, por décadas, el Sistema Dominicano de Instrucción Pública era, y todavía lo sigue siendo, el peor financiado de la América Española. Y que una inversión de un 4% del PIB en educación no lo resuelve todo.
Durante las dos últimas décadas del siglo 20 el entorno socio económico y político de la República Dominicana experimentó cambios extraordinarios de los tipos más diversos y, probablemente, todavía puedan producirse otros de grandes dimensiones. Se le colocó frente a nuevas oportunidades, desafíos y obligaciones. Pero, maestros y autoridades debemos de entender que los paros de docencia, los pagos a destiempo, los alimentos mal servicios, y otras calamidades por el estilo, puede hacernos fracasar en nuestros empeños de elevar la calidad de nuestros sistema de instrucción pública.
El nuevo Ministro de Educación, Antonio Peña Mirabal, anunció que invitará al Comité Ejecutivo de la ADP a sostener con él un diálogo sobre diversos aspectos de la realidad del sistema educativo. Le sugerimos al titular de Educación que, conjuntamente con su propuesta, disponga la organización de un taller sobre el Pacto Educativo con la participación de todos, el cual se convertiría en una especie de alto en el camino con la idea de fortalecer lo acertado y corregir lo inadecuado.