La reforma de la escuela pública

La reforma de la escuela pública

JESÚS DE LA ROSA
El Plan Decenal de Educación 1993-2003, el que arrojó mejores resultados desde la reforma hostosiana de finales del siglo XIX hasta la fecha, se propuso ampliar de manera significativa la cobertura y permanencia en la educación inicial y básica; introducir transformaciones en el currículo con miras a hacer posible una educación más pertinente y de mejor calidad; mejorar significativamente la conducción social, económica y profesional de los maestros en servicio; reducir sustancialmente el porcentaje de personas analfabetas en la población dominicana de 15 y más años de edad; elevar los niveles de competencia y eficacia de la Secretaría de Estado de Educación y de sus organismos descentralizados; actualizar la legislación; hacer posible una participación más activa de la comunidad en la gestión del proceso educativo; y lograr que se aumentara de manera significativa las inversiones del Estado en ese sector. Algunas de esas metas se alcanzaron; otras no.

Para la realización del Plan Decenal de Educación se previeron varios procesos simultáneos de consulta con los cuales se logró un alto nivel de participación de todas las instituciones y personas interesadas en transformar y mejorar nuestro sistema de instrucción pública. También, a modo de asegurar la continuidad del mismo, se procuró la participación en esas jornadas de personas que habían sido titulares de educación o que podrían llegar a serlo en un futuro cercano. Así participaron y aportaron como el que más Ivelisse Prats, Nicolás Almánzar, Pedro Gil Iturbides, Rafael Toribio, Jacqueline Malagón, Jesús de la Rosa, Josefina Pimentel, Ligia Amada Melo, Alejandrina Germán, Melanio Paredes, Víctor Hugo Delanser, Rafael González y otros educadores.

Si una persona tuvo un rol protagónico en las jornadas de formulación y puestas en práctica del Plan Decenal de Educación lo fue el técnico costarricense Lorenzo Guadamuz. Hago mías las opiniones de Rafael Toribio al respecto: «no me atreveré a afirmar que sin él no hubiera habido Plan Decenal, pero sí a afirmar que él fue determinante para que se realizara».

El señor Luis Sánchez erróneamente sostiene que el Plan Decenal no alcanzó todas sus metas por el hecho de que fueran  educadores quienes lo impulsaran. Nosotros sostenemos que no las alcanzó debido a que los gobiernos que se sucedieron desde el 1993 en adelante no aportaron, o no pudieron aportar, una suma anual para educación equivalente al 4% de nuestro Producto Bruto Interno, tal y como estaba y está consignado en la Ley General de Educación No. 66’97. Y porque con todo y Plan Decenal el sistema de instrucción pública de la República Dominicana continuó siendo el peor financiado a la América española.

En las últimas décadas, educadores de reconocida trayectoria han ocupado el cargo de secretario de Educación; ingenieros el puesto de secretario de Estado de Obras Públicas; profesionales de la salud el de secretario de Salud Pública; y militares de carrera el de secretario de Estado de las Fuerzas Armadas. Dicha práctica debe continuar.

Pero, el amigo Luis A. Sánchez no aprueba dicha escogencia. Preferiría que, en vez de un educador, sea un empresario del ramo ferretero o artístico quien ocupe el cargo de secretario de Estado de Educación.

En tiempos pasados, se entraba al sistema de educación como maestro; al paso de los años se ascendía a director, supervisor, director de distrito, director regional, etc. Hoy no; esos cargos se consideran especialidades de carreras profesionales y se ocupan mediante oposiciones.

Algunas de nuestras universidades ofertan programas de maestría en gestión y supervisión de escuela. La Secretaría de Educación Superior acaba de firmar un acuerdo de cooperación con varias universidades españolas, para que funcionarios de universidades cursen estudios conducentes a un Master Internacional en Gestión Universitaria. Es que para dirigir una escuela, por pequeña que ésta sea, o una universidad hay que, además de poseer experiencia en la materia, estar formado para ello.

Además de escritores de ocasión, somos profesionales de las educación y cobramos por nuestros servicios. Trabajamos con amor y arte, no por amor al arte.

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