La reforma que necesitamos

La reforma que necesitamos

La etapa que vive actualmente el país despierta en muchos la inspiración de reformar todo lo que, en realidad o apariencia, es “culpable” de lo malo que ocurre. En la mira de los reformadores están los códigos Procesal Penal, Penal y el del Menor, como “inculpados” preferidos por el tormentoso auge de la delincuencia. Normas de  otros ámbitos están también en la vorágine de cambios.

Sin embargo, a pocos se les ocurre pensar que el país necesita también un cambio en las conductas de sus hombres y mujeres. Muchos militares y policías siguen llevando con orgullo y decoro uniformes,  insignias y  autoridad.  A otros les importa un bledo manchar la honra de sus instituciones e involucrarse en el delito o servir de cómplices. Muchos van a  cargos públicos por servir al país. Otros van con hambre de  servirse.

Desde que el mundo es mundo existe un código moral y ético que nace en el seno de la familia, pero hay padres que lo violan con  conductas irresponsables, y también hay hijos a los que les da lo mismo mancillar la honra de sus padres. Hay gente que respeta la luz roja del semáforo, pero va en crecimiento el número de los que la violan y de la autoridad que tolera. Es cierto que hay que reformar y actualizar algunas normas, pero no hay duda de que también necesitamos con urgencia reformar la cada vez más pobre  valoración que hacemos de la moral y los principios.

Riesgo en túneles y elevados

Los túneles y elevados constituyen una indudable solución para el congestionamiento del tránsito, pero en ambos hay que atender aspectos relacionados con la seguridad.

Las autoridades no impiden que los motociclistas circulen por túneles y elevados. Tampoco hacen respetar los límites de velocidad en esas estructuras, a pesar de que hay rótulos que fijan esos límites.

Ayer en la mañana, el incendio de un automóvil en el túnel de la Avenida  de las Américas puso de manifiesto una  vulnerabilidad de esa estructura que pudiera resultar letal.

Los bomberos tuvieron que despejar el humo con chorros de agua a presión porque, evidentemente, no hay sistemas de extracción de gases adecuados para estas contingencias. Eventualmente esa debilidad  puede convertir esta solución vial tan importante  en una trampa letal.

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