La regionalización, expresión de la democracia

La regionalización, expresión de la democracia

Si el PRD gana las próximas elecciones presidenciales,  hablaremos de nuevo de  regionalización y de descentralización. En el gobierno del Ing. Hipólito Mejía (2000-2004) se avanzó mucho en ese proceso político-administrativo que demuestra no solamente una concepción moderna de la gestión del territorio –confiada a entidades de desarrollo regional – sino también una visión real de la democracia política.

Muchos pensaron, incluyéndome,  que  el PLD emprendería  esas reformas  de  modernización del Estado, de gestión del territorio, por su discurso modernizante, pero no. Desarrollar el territorio, a partir de sus atributos y necesidades, es aplicar la Constitución que garantiza a todo ciudadano, derechos: a la justicia, a la equidad, a la vida. Pero la historia notará que la gestión del territorio en el gobierno del PLD no fue democrática, ni respetuosa de los derechos ciudadanos: no todos los habitantes de esta pequeña isla fueron iguales para él.

Los del Distrito Nacional se beneficiaron, de la casi totalidad de las inversiones, las otras provincias fueron relegadas y olvidadas (Ocoa, Independencia).

San Juan de la Maguana es excepción, porque su representante al Senado es un influyente hombre del Poder. Consciente de eso, hoy el Presidente promete a diestra y siniestra todo lo que no hizo en estos doce últimos años. 

El crecimiento económico del país (1966-1996) apoyado en estrategias de industrialización y urbanización, produjo una excesiva concentración geográfica de la población y de las actividades económicas. Zonas enteras del territorio perdieron su población, su capacidad productiva, su posible capacidad de inserción en la globalización económica y social.

Esa tendencia, a la hiper concentración se reforzó y  ha profundizado la fragilización del territorio (inundaciones, sequía, plagas), reducido la biodiversidad neta (derrumbes, incendios, urbanización, minería) y aceleró el éxodo rural en lugar de un territorio mejor desarrollado y más sostenible. La situación de la zona fronteriza, del lago Enriquillo y de las zonas rurales y montañosas del país son el flagrante ejemplo de que todos/as los dominicanos/as no son iguales, para el Ejecutivo actual.

La descentralización y la regionalización del país hubieran contribuido a un  reparto más equitativo del presupuesto del país, estructurado el territorio en función de las reales necesidades sociales, económicas y  culturales territoriales, que son,  en la actualidad, condiciones  fundamentales de la democracia real.

La descentralización, la regionalización y la municipalización del país representan un compromiso para la equidad, para la justicia social y territorial, para el crecimiento sostenido y para la democracia participativa, esa que tanto necesitamos.

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