La rehabilitación 2024

La rehabilitación 2024

El danilismo tiene razón de ser con Danilo Medina. Sus fuerzas internas se construyeron como resultado de un apego a la maquinaria y una amplísima labor de hacer crecer la organización sobre criterios clientelares. Antes de alcanzar la presidencia, estructuró su respaldo colocando en cada rincón del aparato estatal a los suyos sin perder de vista que la transformación en Partido-Estado hacía a su beneficiario por excelencia un aspirante con verdaderas posibilidades.
Danilo Medina no posee un pensamiento estructurado, sus perfiles obedecen al político de resultados, la comunicación no es su fuerte y evidencia posturas desdeñosas sobre el debate de las ideas. Eso sí, suple sus deficiencias porque es laborioso y dirige su orquesta política en el detalle. Y para nadie es un secreto que la naturaleza de su liderazgo no tiende a promover relevos debido a que su “obra” concluirá el día que sus posibilidades constitucionales no tengan una brecha por dónde meterse. Lo único que produce gravitación del sector que llegó al poder en el año 2012 es una habilitación política traducida en un espacio de tranquilidad presente y posibilidad de retorno capaz de darle paz a colaboradores esenciales que, desprotegidos en lo inmediato, serán carne de presidio.
Los intentos de transformar la carta magna para habilitar las aspiraciones presidenciales de Danilo Medina tienen de obstáculo fundamental los niveles de cansancio ciudadano por la larga estadía en el poder que, sumados a la confrontación de las dos corrientes internas, generan perturbaciones en la institucionalidad democrática de la nación. Y si la salida política descansa en usar el poder para desfigurar ética y moralmente a una franja de la oposición, conseguir los resultados no garantiza una operación triunfal. Por eso, los cinco puntos: habilitación, unificación de elecciones, ofertar Cámara de Diputados a la oposición, reservar cuotas a los aliados y garantizarle vía Tribunal Superior Electoral (TSE) la entrega del PRD a Miguel Vargas Maldonado, demuestran los niveles de descomposición de la práctica partidaria.
Si en la oposición se abre una brecha para entender y asociarse a la intención de habilitar a Medina Sánchez se estaría cometiendo un error terrible. Y como la historia reciente es materia para interpretaciones, debemos recordar lo del PRSC entregándole a Norge Botello, Danilo Medina y Monchi Fadul, el PLD validando a Héctor Rafael Peguero y la administración de Hipólito Mejía colocando a Rafaela Alburquerqe al frente de la Cámara de Diputados. Regalitos envenenados, calmantes y marcado interés por retorcer los rieles del pragmatismo en organizaciones adversas que terminan siendo correa de transmisión del gobierno porque al final de la jornada el que paga manda.
Lo que subyace en la trampa de la habilitación consiste en generar en un espectro adverso al PLD la sensación de que la confrontación Danilo Medina- Leonel Fernández facilitaría una victoria opositora debido al inocultable distanciamiento entre los dos dirigentes fundamentales de esa organización. Y no es así. Podrán golpearse inmisericordemente, y firmarán un pacto de desconfianza, pero lo que no se pondrá en dudas es el claro temor que provoca una salida del gobierno que establecerá las bases de procesos penales contra gente del partido oficial y la entendible estrategia de desvertebrar a todo el poder económico acumulado en su larga estadía al frente de la cosa pública.
Habilitar a Medina Sánchez no es posible porque los aspectos de conflictividad constitucional y crispación en la sociedad se amplían en la medida que el inmovilismo en el liderazgo se reitera ante una sociedad donde sus dirigentes gravitan por años en el centro de las grandes decisiones. No es posible que tanta gente talentosa en los partidos no aspire y produzca los cambios en un país deseoso de salir de la lógica de políticos marrulleros e incapaces de promover el postergado relevo.

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