La relación partido-movimiento

La relación partido-movimiento

Cesar Pérez

 

Es casi unánime la opinión de que el sistema político dominicano atraviesa por una de las peores crisis por la que haya atravesado en su historia reciente. Entre quienes apoyan o adversan el gobierno hay coincidencia en cuanto a la complejidad de esta crisis, en la incertidumbre sobre el desenlace que esta pueda tener y en la dificultad de diseñar una respuesta lo suficientemente clara para superarla, de acuerdo al interés de cada una de las partes. En la parte opositora, algunos expresan ideas interpretativas del momento político y sobre la caracterización del movimiento de protesta y sobre la relación partidos/movimiento en una perspectiva que sí permite la discusión de que es indispensable e impostergable. Otros se cierran a esta discusión.
En lo que se refiere al gobierno, como se preveía, el desatape de la podredumbre de los negocios de la Odebrecht en el país y de las poco transparentes relaciones del principal sobornador de esa empresa, Joao Santana, con la primera figura del Estado, ese destape iba a convertirse en una profunda crisis de gobernabilidad, la cual se reflejaría en las pugnas entre las facciones del PLD y en las relaciones de algunos altos dirigentes con los jefes de esas facciones. El caso de Felucho Jiménez, que tiene talento, boca dura y cabeza propia, constituye una demostración de esa previsión. Felucho ha derramado la leche y todos sabemos que cuando un líquido se derrama es imposible recogerlo.
Sin embargo, me interesa destacar el tema de las relaciones movimiento de protestas/partidos políticos, porque en el tipo de relacionamiento o distanciamiento entre ambos componentes está la clave para el desenlace de la presente crisis política y para el futuro inmediato o mediato y del abanico de fuerzas que de una u otra manera pretenden superar el estado de cosa actual. Algunos plantean esas relaciones en términos dicotómicos, blanco o negro, o de confrontación y esa perspectiva de análisis o de acción, solo conducen a un inútil desencuentro entre esas componentes, siendo esto el balón de oxígeno al que apuestan los estrategas del gobierno para sobrepasar la crisis y provocar una suerte de muerte natural del movimiento.
Algunos apuestan o esperan a que del movimiento salga el partido político, el príncipe, que finalmente conduzca este pueblo a su redención; una idea muy seductora. Es lo deseable, pero si hay una esfera de la vida donde lo deseable es pocas veces realizable, es en la esfera política. Muchas de las experiencias que nos dicen que, en la generalidad de casos, de los movimientos de generalizadas protestas surgen partidos políticos cuando los principales animadores y gran parte de integrantes de ese movimiento tienen detrás de sí una sólida experiencia política y una memoria colectiva cuya referencia son las luchas de vastos sectores políticos, gremiales y sindicales desarrolladas a través del tiempo. No es nuestro caso.
La anunciada y deseada muerte de los partidos de la oposición (de un determinado partido de la oposición), es falsa, y hasta disparata. Hasta el momento estos son y deben ser partes claves para sostener y ampliar el movimiento de protestas de manera efectiva. Lo otro sería esfuerzo loable, pero no trabajo político.

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