La rentabilidad es consecuencia de tu estrategia

La rentabilidad es consecuencia de tu estrategia

Las preguntas son comunes.  ¿Cuál instrumento financiero es el más rentable?  ¿Es tal o cual oportunidad de inversión suficientemente rentable?

Y las respuestas suelen ser irrelevantes, pues estas preguntas aisladas de un contexto no son las idóneas. 

La razón para esta afirmación es la siguiente: la rentabilidad de nuestros esfuerzos no depende de la bondad de los instrumentos financieros que tenemos a la mano, ni de la calidad o la oportunidad de una decisión de inversión particular. Ambas variables – las características de los instrumentos financieros y las decisiones de inversión que podemos hacer en un momento dado – cobrarán sentido sólo a la luz de una estrategia financiera que esté alineada con nuestros objetivos de vida.

La clave, por tanto, está en la estrategia.

El punto de partida, desde luego, es el alineamiento explícito entre nuestros objetivos de vida y nuestros objetivos financieros.  Parece obvio, pero no es automático.  Hay que procurar activa y conscientemente este alineamiento.

En adición, otros elementos son muy importantes.  La comprensión – a partir de la observación, no de la intuición – de nuestro movimiento financiero, así como de nuestro perfil de riesgo – en cuanto a salud, estabilidad de nuestra fuente de ingresos y las características particulares de nuestro flujo de caja – nos permitirá completar la construcción de nuestra estrategia de ahorro e inversión. 

Los instrumentos financieros y las oportunidades de inversión se escogerán, entonces, sólo si hacen sentido a la estrategia, más que por sus cualidades individuales.  

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Liquidez

Una dimensión que no puede faltar en ninguna estrategia de ahorro de inversión es la liquidez. Debemos mantener niveles adecuados de liquidez, aun cuando pueda parecer que estamos renunciando a cierta “rentabilidad puntual” sobre los fondos que mantenemos líquidos y disponibles.  La verdad es que buena parte de nuestro bienestar depende de la liquidez.  Cuídate, por tanto, de una estrategia “sobreactivada”.

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