Fue el general (entonces coronel) Luis María Pérez Bello, jefe de los ayudantes militares del presidente Joaquín Balaguer, quien ordenó impedir la entrada a palacio de los integrantes del alto mando militar, que en horas de la mañana había presentado renuncia de sus respectivos cargos. Además, el responsable de la seguridad del gobernante dispuso un cerco en la residencia del dimitente jefe de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez Reyes, ubicada en la 27 de Febrero, esquina Núñez de Cáceres.
Asimismo, se dispuso una vigilancia permanente de los otros generales que dimitieron: Enrique Pérez y Pérez, jefe del Ejército; Salvador Lluberes Montás, de la Fuerza Aérea y Manuel Logroño Contín, de la Marina de Guerra. Estos actuaron descontentos con el nombramiento de Neit Nivar Seijas, en la Policía Nacional.
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A primera vista, Logroño no estuvo de acuerdo con la propuesta y la calificó de “una locura”, según reveló el exjefe de las FF.AA., José Miguel Soto Jiménez, quien, para la ocasión, era asistente del jefe de los ayudantes militares, con rango de segundo teniente. Los datos los aportó en su programa Dominicando-RD, que produce junto al exgeneral Máximo Morel Marichal.
Soto Jiménez dijo que cuando Balaguer recibió la carta de renuncia que le entregó el comodoro Francisco Amiama Castillo, la dejó en el escritorio, sin leerla y le recomendó al militar: “retírese”. El ex jefe militar sostiene la creencia de que antes de la decisión del alto mando, el gobernante tenía conocimiento de la situación.
Dijo que, originalmente, previo al decreto de sustitución de los renunciantes, Balaguer concibió la idea de nombrar en la comandancia de las FF.AA. a Ramiro Matos González y a Luis Buechamps Javier, en la FAD. Como esos generales se encontraban en el exterior, el mandatario escogió a Juan René Buechamps Javier (hermano de Luis), en lugar de Jiménez Reyes y a Renato Malagón Montesanos, por Lluberes Montás.
Horas antes, el presidente se auto designó jefe de las Fuerzas Armadas y de inmediato se trasladó a las sedes de la Base Aérea, en San Isidro y de la M de G, en Villa Duarte, donde posesionó al general Montesanos y al comodoro Francisco Rivera Caminero, como titulares de las dos instituciones castrenses.
Semanas después de la tormenta militar murió doña Carmen, hermana del presidente y los antiguos comandantes militares acudieron a la casa de Balaguer a expresarle su sentimiento por el fallecimiento de la dama. El gobernante los recibió y les agradeció su presencia.
Meses más adelante, los gendarmes renunciantes, con excepción de Logroño Contín, fueron designados en posiciones civiles: Jiménez Reyes, en la Cancillería; Pérez y Pérez, en Interior y Policía y Lluberes Montás, en la administración de Molinos Dominicanos.
Este movimiento, hace 50 años, no fue más que una tormenta en un vaso en agua, comentó Rafael Herrera, en uno de los editoriales del Listín Diario.