Tras la aplastante victoria de Estados Unidos frente a España en el 1898 y la muerte del dictador Heureaux en 1899, la vida dominicana cobró un nuevo ritmo, caracterizado por la aceptación del liberalismo como norma general, el caudillismo local y regional como expresión política, la dominación económica y política norteamericana, y la modernización refleja del país, producto de la incorporación de adelantos tecnológicos y la propia influencia social estadounidense.
Inicialmente se formaron dos grandes banderías políticas dirigidas por caudillos, mayormente de escasa o ninguna instrucción, aunque de mentalidad liberal y romántica, que se sucedieron en el poder: los jimenistas o bolos, encabezados por el empresario Juan Isidro Jimenes, pero apoyado por la juventud terrateniente del Norte y Noroeste del país y respaldado por los hateros del Este y del Sur, así como de la clase media de Santiago y otras poblaciones; y los horacistas o colúos encabezados por Horacio Vásquez, magnicida de Lilís, entorno al cual se agruparon los hacendados y agricultores del Cibao y por la clase media de la capital y otras ciudades.
En la práctica muchos caudillos regionales y locales se pasaban de bando de acuerdo a sus conveniencias, e incluso cuando sus lugartenientes de acercaban al poder se olvidaban de su jefe, descubriendo sutalento político, como fueron los casos de Woss y Gil y Morales Languasco dentro del jimenismo y Cáceres y Bordas Valdez con Vásquez.
Los Estados Unidos encontraron mayor colaboración a sus intereses en los gobiernos de Morales y Cáceres, y los respaldaron con una corta intervención militar (1904). El último emprendió la centralización del poder militar (la Guardia de Mon). Su resultado fue la Convención Domínico-Americana de 1907, antesala política y jurídica y la ocupación militar de 1916. A la muerte de Cáceres, la débil burguesía dominicana constituyó el Partido Progresista, encabezado por Federico Velázquez, ex-ministro de Hacienda de este; los hateros del Sur constituyeron el Partido Legalista, en torno a Azua, de Luis Felipe Vidal, de los magnicidas de Cáceres; y jóvenes de Santiago y la capital establecieron brevemente el Partido Liberal Reformista, liderado por Rafael Estrella Ureña. La guerra civil se convirtió en un mal crónico que desorganizó la economía y la administración pública. La burguesía, sin poder gobernar por sí sola, se agrupó alrededor de esos caudillos, poniendo su nota de moderación, corrupción e intrigas, a la vez que facilitaba la penetración norteamericana.
En 1916 hubo una insurrección del ala militarista del jimenismo, de Desiderio Arias, que se rebeló contra el gobierno de su jefe, quien trató de comprar armas al gobierno norteamericano para combatirla; pero este pretendió llevar sus exigenciaspara convertir al Presidente en una figura decorativa impuesta por sus bayonetas, como habían hecho en Haití. Jimenes renunció y los norteamericanos establecieron directamente un régimen interventor (1916-1924) que intensificó el control económico, desarmó la población y creó una guardia local; pacificó el país e introdujo torturas y otras prácticas represivas, desconocidas hasta entonces; pero amplió la educación primaria, estableció controles sanitarios y construyó tres carreteras troncales que beneficiaron la producción, el comercio y el país.
Fruto de la lucha cívica recuperamos la soberanía, y Vásquez fue electo Presidente; pero el poder militar quedó en manos de una guardia colaboracionista, y los principales ministerios encargados a un empresariado ultraconservador.