La República Dominicana en 2030

La República Dominicana en 2030

El Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), le entregó a la República Dominicana la síntesis del estudio “La República Dominicana en 2030: hacia una nación cohesionada”, en el marco del trigésimo segundo período de sesiones de la CEPAL que se llevó a cabo en Santo Domingo.

La CEPAL sostiene que República Dominicana podría situarse en el grupo de las naciones de desarrollo medio alto en un cuarto de siglo, con un ingreso por habitante tres veces mayor que en 2006. No obstante, para que el país supere los grandes obstáculos que enfrenta en la actualidad y convertir el crecimiento económico en bienestar para la mayoría de la población, la CEPAL identifica un conjunto de acciones y reformas.

El tema central del libro “La República Dominicana en 2030: hacia una nación cohesionada”, coordinado por Víctor Godínez y Jorge Máttar (2008), se relaciona directamente con la forma en que el país puede transportarse en el “elevador del desarrollo” y permanecer en él. En sus diversos capítulos se profundiza el análisis de las condiciones institucionales, sociales, territoriales y económicas actuales y se identifican las transformaciones necesarias para que el país permanezca en el ascensor de manera ininterrumpida durante los próximos 25 años.

En el documento se sostiene que, de aplicarse un programa integral y sistémico de reformas y acciones de política pública, es posible concebir que la República Dominicana transite hacia un estadio de mayor desarrollo, justicia y democracia, y supere los grandes obstáculos que enfrenta en la actualidad para convertir el crecimiento económico en bienestar para la mayoría de la población.

Acciones y reformas
Para que la República Dominicana supere los grandes obstáculos que enfrenta en la actualidad, la CEPAL identifica siete conjuntos de acciones y reformas: (1) un mejoramiento de la calidad y la eficacia de las instituciones, que enfatice los espacios de gobernabilidad democrática e instaure mecanismos más eficaces a favor de la transparencia, la probidad y rendición de cuentas; (2) un incremento sostenido de los niveles de cohesión social y territorial que, más que nada, garantice a la población el pleno ejercicio de sus derechos sociales y corrija la gran inequidad en la distribución de la riqueza; (3) una promoción activa del empleo pleno productivo y el trabajo decente, que garantice un mecanismo directo de inclusión social y aumentos sostenibles de la productividad media de la economía; (4) una recuperación y modernización del sector agropecuario, que busque mejorar su productividad, y garantice la concertación de la acción pública y privada; (5) un fortalecimiento industrial estratégico que garantice su capacidad competitiva y un verdadero sistema nacional de innovación; (6) una reestructuración de las bases institucionales y operativas del sector energético que garantice la corrección definitiva de los principales desequilibrios del sector energético; y (7) una estrategia nacional a largo plazo que garantice que en 2030 la República Dominicana tenga una inserción económica internacional competitiva y flexible, con pautas, prioridades, objetivos y métodos de evaluación del desempeño del sector externo.

Los escenarios
La CEPAL señala que el análisis comparativo de las experiencias de desarrollo a nivel mundial revela que los países que han alcanzado con éxito el desarrollo económico y social han invertido la energía necesaria en el diseño de una visión a largo plazo. Ese diseño deberá estar basado en el buen desempeño de instituciones idóneas que trabajen con visión y adopten políticas coherentes. Para ello resultará necesaria además la participación y compromiso del sector privado, como en-cargado de producir bienes y servicios, dar empleo, exportar e invertir y como actor en la formulación de las políticas. Así, los formuladores de la política pública deberán tener una dirección clara para la fijación de metas y objetivos de desarrollo y para la movilización y evaluación de los instrumentos más adecuados para la consecución de dichos objetivos.

El documento de CEPAL destaca, en forma interesante, que la visión estratégica nacional deberá  tener un componente que movilice e inspire a los ciudadanos dominicanos, propiciando su participación. Es por eso que manifiesta que esta visión puede definirse en el horizonte de 2030, el cual resulta un período de un cuarto de siglo en el que, si se adoptan las medidas adecuadas en el orden institucional, económico y social, se sentarían las bases para ubicar sólidamente al país entre las naciones con desarrollo medio alto.

En esencia, se trata de una meta concreta y viable que consiste en alcanzar hacia 2030 un ingreso por habitante de 21,200 dólares (paridad de poder adquisitivo), es decir, tres veces más que en 2006. Con tal fin será necesario que la economía dominicana mantenga un crecimiento anual medio del 7.2% en el período 2008-2030. Esta ambiciosa meta ayudaría a organizar la sociedad en torno a objetivos específicos de desarrollo económico y social, e insuflar una erupción de energía y participación de la ciudadanía.

Sin embargo, en términos generales, la CEPAL supone satisfacer algunos requisitos básicos, al menos en tres ámbitos: el del cambio institucional, el de la acumulación de capital físico y el de formación de capital humano. Atender con una perspectiva estratégica estos tres aspectos básicos es indispensable para propiciar una transformación productiva basada en la incorporación continua de innovaciones tecnológicas. Sobre esa base se elaboraron tres escenarios de su posible trayectoria de crecimiento hacia 2030 y del impacto de sus respectivos resultados.

El primer escenario (escenario base) tiene como supuesto primordial que la economía dominicana mantenga su tendencia reciente a largo plazo, donde disminuiría ligeramente el gasto corriente y de inversión del gobierno. La inversión fija bruta del sector privado y el promedio de años de estudios de la población de 15 años y más, por su parte, se mantendrían en torno a los niveles actuales. El segundo escenario (el optimista) se traduce en una aceleración de la tasa de crecimiento sustentado en un incremento progresivo del coeficiente de inversión hacia promedios cercanos a los regis-trados en la segunda mitad de los años noventa. En el período 1996-2000, en efecto, la inversión fija bruta representó, en promedio anual, el 25% del PIB. En ese mismo lapso, el crecimiento medio anual de la economía fue de 6.9% (una tasa muy similar a la supuesta en el marco del presente escenario).

Este supuesto conlleva por tanto un importante esfuerzo de ahorro interno, una mayor y más eficiente profundización financiera y, desde luego, un fortalecimiento fiscal del Estado dominicano (incluida la firme reducción del déficit cuasifiscal). Por último, el tercer escenario (el pesimista o de riesgo) tiene como límite un mantenimiento precario de las tendencias económicas a largo plazo, con una posible inclinación progresiva al deterioro, y se edifica suponiendo un freno a la profundización de las reformas estructurales en curso, que degradaría el clima de inversión y frenaría los avances en el plano de la formación de capital humano.

En el escenario optimista la economía dominicana entraría en una ruta de crecimiento sostenido, con tasas de crecimiento económico de un 7.2%. Se enfatiza que dicho crecimiento, aunque ambicioso, puede lograrse con empeño y objetivos, más aun cuando el país pudo mantener en las dos décadas precedentes una elevada tasa media de crecimiento. De esta manera, si bien todos los escenarios descritos tienen por objeto identificar aspectos económicos clave susceptibles de dar lugar a determinados cursos de la economía, la CEPAL sostiene que, de ninguna manera sugieren la existencia de un sendero lineal del desarrollo.

Pretenden más bien mostrar horizontes posibles de desempeño que suponen, en cada caso, una serie de exigencias estratégicas y de política pública. Con ello espera contribuir a responder a la cuestión de cómo la República Dominicana podría transportarse en el “elevador del desarrollo” y permanecer en él en el próximo cuarto de siglo en un contexto internacional dominado por el cambio y la aparición de nuevos actores.

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El gasto social
Para hacer frente al doble desafío de superar los rezagos acumulados y contribuir a un nuevo estilo de desarrollo, más incluyente y que fortalezca la cohesión social en un entorno internacional más competitivo y  adverso, la política social deberá apoyarse en tres ejes que garanticen su continuidad y su contribución efectiva: el eje político, el eje económico y el eje social. El objetivo mínimo debe ser alcanzar el promedio latinoamericano de gasto social, que  oscila en torno a los 15 puntos porcentuales del PIB. No es una meta fácil de alcanzar a corto plazo, pero es viable en el horizonte hacia 2030 si se combina una reforma fiscal que aumente los ingresos del Estado, un buen desempeño de la economía dominicana durante el próximo cuarto de siglo y una reducción del peso de la deuda pública y otros pasivos contingentes que permitan reasignar recursos hacia el gasto social.

La cifra

16% del PIB  ha sido la carga tributaria promedio de la RD en el último quinquenio. Este nivel es inferior al 21% del promedio de América Latina y más aún de la media de un 29% de países latinoamericanos de tributación alta.

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