La reserva científica de Ébano Verde y el cumpleaños de Enrique Armenteros

La reserva científica de Ébano Verde y el cumpleaños de Enrique Armenteros

Las hijas de nuestro primo Enrique Armenteros, presidente de la Fundación Progressio que tiene a su cargo el mantenimiento de la reserva científica de Ébano Verde, nos enviaron una invitación a los familiares y amigos más íntimos, para festejar por sorpresa el cumpleaños 89 de su padre el sábado 20 de febrero en curso.
Nos dimos cita en el Típico Bonao, ubicado en la margen oriental de ida hacia Santiago a las 07:30 horas, donde pudimos degustar un típico desayuno criollo: mangú, huevos y queso fritos, acompañado de un oloroso café.
Una vez finalizado el desayuno partimos hacia Casabito, dejando nuestros automóviles en el llano del lugar llamado La Antena, donde una gran cantidad de repetidoras de televisión y radio se han instalado por ser lugar alto y libre de interferencia.
Matuska, una de las hijas de Enrique, con su liderazgo particular, invitó a los familiares y algunos amigos, a la caminata por el Sendero Baño de Nubes. Este Sendero, inicia con la subida a la Antena y desde lo alto observar la vista de La Golondrina. Preciosa panorámica del valle de La Vega Real.
A seguidas, la bajada por el Sendero hasta el Arroyazo. Una caminata entre un sendero cubierto de la vegetación más exuberante jamás imaginable en un país al que tratan los depredadores de deforestar, y que hasta se llevan la arena de los lechos de los ríos.
La caminata, de unos siete kilómetros entre subidas y bajadas, en una temperatura de quince grados, envuelto el ambiente de neblina y gotas de lluvia pulverizadas, era un ambiente paradisíaco y totalmente diferente a la vida capitalina donde pululan los vehículos entaponados, con agresividad y ruidos ensordecedores.
Durante la bajada, una combinación extraordinaria de tonalidades de verde en que solamente el verde dominaba y el marrón de la tierra teníamos que buscarlo entre la maleza. Pinos criollos, palos de viento, pelusas, palos toro, helechos camarón con sus ramas gigantes moviéndose con la brisa de las alturas y ébanos por doquier. Ébanos verdes con nidos para que papagayos y cotorras aniden y perpetúen sus especies cada vez más amenazadas por los químicos y cazadores sin escrúpulos. Esos árboles frondosos, con la humedad del lugar, están impregnados de moho verde por donde gotea el agua permanentemente, protegen, junto a esa naturaleza virgen, el nacimiento de los ríos que ofrecen el agua necesaria para los cultivos y la vida de las poblaciones más abajo asentadas.
Para que se tenga una idea, el caudal de los ríos de la reserva científica de Ébano Verde produce 8.4 metros cúbicos de agua por segundo lo que es lo mismo que el 50% del consumo de agua de la ciudad capital.
Nuestro guía Odális, un joven guarda parque nativo de Jarabacoa, conoce al dedillo las especies que cuida así como todas las aves que conviven en esa naturaleza exuberante digna de ser conocida por aquellos amantes de la naturaleza.
La caminata finaliza en el Arroyazo, una piscina natural de aguas puras, cristalinas y frías que después de una caminata agobiante pero divertida e interesante, un chapuzón reconforta el cansancio de la excursión.
Una vez finalizado el baño, subimos a un cerro, la Ermita, una pequeña pero preciosa iglesia en que todos sus ventanales y puertas ofrecen una panorámica como si se estuviera en el vacío, viendo un paisaje de vegetación y montañas, entre neblina con la tenue lluvia de gotas microscópicas que más que mojar, son estimulantes para los que siempre estamos sufriendo el calor cotidiano de la costa.
Durante la ceremonia religiosa, lo más impactante fueron las palabras de los nietos sobre el abuelo. Además, como era de esperarse, el abuelo, en este caso, Enrique, sus palabras fueron extremadamente estimulantes y educadoras para las presentes y nuevas generaciones.
Finalmente, pasamos a otro cerro, donde se sirvió el almuerzo típico nuestro: casabe, ensaladas, moro, yuca y puerco asado. Otras variedades de alimentación fueron ofrecidas, sin embargo en un ambienta tan acogedor y en el corazón de la cordillera, el lechón no podía dejarse de degustar.
Felicitamos a las hijas de Enrique, principalmente a Matuska quien nos invitó a conocer algo inolvidable para nosotros.

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