El pasado miércoles, la Reserva Federal mantuvo sin cambios las tasas de interés, y la principal justificación fue el riesgo de una inflación persistentemente más alta debido a los aranceles. Sin embargo, los datos de inflación hasta mayo han sido más débiles de lo esperado, con señales limitadas de una transmisión de los aranceles a los precios al consumidor. La explicación más probable es que aún es demasiado pronto para observar los efectos de los aranceles en los precios, aunque también podría ser una señal de una demanda más débil que está limitando dicha transmisión. Cuanto menor sea el impulso a la inflación del consumidor por parte de los aranceles, mayor será la probabilidad de que la Reserva Federal recorte las tasas de interés este año. De igual manera, podríamos inferir el riesgo geopolítico en Medio Oriente y su impacto en la inflación a través de los precios de la energía y los combustibles, en especial el crudo.
Los precios de la ropa en el IPC cayeron un 0.4 % en abril, marcando el segundo descenso mensual consecutivo, y acumulan una baja del 1 % desde finales del año pasado. Estos movimientos recientes no destacan en comparación con la volatilidad mensual habitual. Aun así, resultan algo sorprendentes dado el aumento de los aranceles este año y la alta intensidad importadora del sector.
Los descensos más recientes también son evidentes en los datos sin ajuste estacional. Estos datos muestran dos picos claros en los precios a lo largo del año. Además, debido a la naturaleza altamente importadora de la industria, la producción y entrega de bienes suele ocurrir con varios meses de retraso. Por lo tanto, es probable que los aranceles sean más relevantes para la fijación de precios de la ropa más adelante en el año. Es posible que haya cierto retraso en trasladar los costos al consumidor, pero también existen formas alternativas de absorber los aranceles, además de otros factores que influyen en las decisiones de precios.
Si bien el importador nacional es quien paga el arancel al gobierno de Estados Unidos, el productor extranjero puede asumir parte de esa carga si reduce los precios que cobra a los importadores estadounidenses. El precio de importación se refiere al precio de transacción entre empresas en el momento de entrada al país y no incluye aranceles, seguros ni costos de envío. En general, los precios de importación de bienes de uso final se han mantenido prácticamente sin cambios este año, pero los precios de importación de prendas de vestir han disminuido cerca de un 3 % hasta mayo. Esto es coherente con la idea de que los productores extranjeros están absorbiendo parte del impacto de los aranceles, aunque esa reducción no es suficiente para compensar completamente el aumento en los derechos arancelarios que deben pagar los importadores nacionales.
Otra razón por la cual los efectos de los aranceles en los precios al consumidor de ropa podrían ser moderados es que el aumento en la recaudación de aranceles ha sido más gradual que los cambios anunciados en las tasas arancelarias. Las empresas han tenido menos costos que trasladar al consumidor de lo que las declaraciones de política podrían haber sugerido. La tasa arancelaria efectiva en la industria de confección —calculada como el valor total de los aranceles dividido entre el valor aduanero total de las importaciones— ha aumentado en 5.5 % hasta abril, considerando todas las procedencias. Para las importaciones de ropa procedentes de China, el incremento fue de 34 %.
Esos son aumentos significativos, pero para abril la tasa arancelaria sobre la ropa había subido al menos 10 puntos porcentuales para la mayoría de los países y más de 145 % en el caso de China. Las exenciones a los aranceles recíprocos para los bienes enviados antes del 5 de abril (en el caso de los aranceles base del 10 %) y del 9 de abril (para los aranceles específicos por país) probablemente sean la principal razón de esta diferencia. Esa fue una medida excepcional para evitar los aumentos arancelarios.
Dada la amplitud de los aranceles base del 10 %, es probable que la tasa arancelaria efectiva continúe aumentando, a pesar de que las tasas de política arancelaria han disminuido desde abril. Los aranceles sobre la ropa para la mayoría de los países se restablecieron al 10 % a mediados de abril, y en el caso de China, al 30 % a mediados de mayo. Junio será el primer mes completo con las tasas actuales. El calendario de envío es un buen ejemplo de cómo las empresas intentan minimizar los costos adicionales de los aranceles. Cuantos menores sean los costos incurridos, menores serán los costos que se trasladan al consumidor.
Las empresas que importan bienes sujetos a aranceles también pueden absorber parte del costo operando con márgenes de ganancia más reducidos o recortando otros gastos. Una medida de estos márgenes son los índices de servicios comerciales incluidos en el informe del Índice de Precios al Productor (PPI), los cuales capturan la diferencia entre el precio de venta y el precio de adquisición de un bien. Cabe señalar que el precio de adquisición (al igual que el precio de importación) no incluye los aranceles; por lo tanto, un margen comercial constante sugeriría que la empresa está asumiendo los costos adicionales asociados con los aranceles.
En mayo, los servicios comerciales para minoristas de ropa se mantuvieron sin cambios en comparación con finales del año pasado. Estos márgenes estables también coinciden, en términos generales, con las recientes caídas en los precios de importación de ropa y en los precios al consumidor. Por ahora, cualquier costo adicional derivado de los aranceles (que no haya sido compensado por la disminución en los precios de importación) parece estar siendo absorbido por las empresas. Esos costos podrían trasladarse más adelante a los consumidores a través de precios más altos, pero los márgenes brutos en el sector de la confección se mantienen elevados en comparación con los niveles previos a la pandemia, lo que podría ofrecer cierto margen de maniobra.
Las caídas en los precios al consumidor de prendas de vestir también podrían ser una señal de debilitamiento de la demanda por parte de los consumidores. La ropa no necesariamente es representativa del comportamiento de otros bienes de consumo. Sus márgenes de servicios comerciales aumentaron menos de la mitad en comparación con el promedio general de los minoristas. Sin embargo, la ausencia de incrementos en los precios al consumidor de ropa podría indicar las limitaciones que enfrentan las empresas para trasladar los aranceles a los consumidores.
En conclusión, en 2021 la Reserva Federal nos dijo que no nos preocupáramos cuando la inflación aumentó, argumentando que sería transitoria. Ahora, la misma Reserva Federal nos dice que sí debemos preocuparnos, incluso cuando la inflación se ha desacelerado, advirtiendo que podría repuntar nuevamente y volverse persistente. La explicación más lógica para los signos modestos del impacto de los aranceles en la inflación al consumidor es que aún es demasiado pronto para observar sus efectos. Pero esa no es la única posible explicación. Las recientes caídas en los precios al consumidor de ropa también sugieren una mayor sensibilidad de la demanda y una cierta asunción de costos arancelarios por parte de los productores extranjeros. Esto implicaría un impulso menor a la inflación por parte de los aranceles, en lugar de un simple retraso en dicho efecto.
Dicho esto, la economía parece estar volviéndose cada vez más frágil bajo el peso de las tensiones comerciales y otras políticas relacionadas. Cualquier debilitamiento adicional de la demanda limitará la capacidad de las empresas para trasladar los aranceles a los consumidores. La economía enfrentará mayores dificultades, pero la inflación no aumentará tanto. Y, por consiguiente, ese exceso de cautela por parte de la Reserva Federal podría tener un efecto devastador en su mandato de estimular el empleo y enviar la economía a una recesión innecesaria.
Referencias:
1) Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas inglés)
2) Moody’s Analytics