La resurrección de las esperanzas y el optimismo

La resurrección de las esperanzas y el optimismo

Hoy los cristianos celebramos la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, víctima propiciatoria para el sacrificio y la redención de nuestros pecados, venció la muerte y por ello el día de hoy debe ser de alegría y, ¿porqué no?, la resurrección de las esperanzas y el optimismo.

A fuerza de tanto bombardeo mediático se nos vende la imagen de un país donde todo está perdido, todos los políticos y funcionarios son corruptos, la institucionalidad retrocede, la lucha contra la criminalidad y el narcotráfico  derrotada, y la economía, a pesar de las altas tasas de crecimiento, lo que genera es exclusión y más pobreza.

Parece que estamos hablando de países diferentes. Hemos avanzado en materia de institucionalidad, piénsese en el sistema judicial anterior al 1997 y el que disfrutamos hoy. Hasta el 1990 los procesos electorales eran traumáticos y desde 1996 se ha sepultado el fantasma del fraude. Compárese la nueva Constitución con su extenso catálogo de derechos y nuevas instituciones, con la Carta Magna anterior  para darse cuenta del avance. Baste recordar que algunos de los detractores de hace pocos meses (“Esa no es mi Constitución”) hoy son sus mayores defensores.

Hablamos de países diferentes cuando nos quieren vender la idea de que el actual modelo económico está agotado, es excluyente y no es sustentable; un modelo que ha permitido en seis años  sacar de la pobreza a más de 700 mil personas, reducir el desempleo en 5.6 puntos porcentuales, creándose en ese periodo 589 mil nuevos puestos de trabajo. Modelo que ha permitido convertir el país en el líder del turismo y zonas francas de Centroamérica y el Caribe, principal captador de inversión extranjera y avanzamos  a convertirnos en el primer exportador regional de agricultura orgánica.

No hay cabida al pesimismo cuando contamos con visionarios empresarios dominicanos del turismo que han apostado al éxito del país, a capitanes de las zonas francas reorientando sus industrias para competir, y lo están haciendo. A empresarios agroproductores conquistando mercados europeos con productos orgánicos, millones de dominicanos laborando honestamente cada día y otros tantos en el exterior, incluso en países en crisis, enviando sus remesas.

En un mundo con naciones, otrora milagros económicos y que hoy son rescatadas financieramente, debe llenarnos de optimismo que esta pequeña y abierta economía haya salido prácticamente ilesa del choque de los precios del 2008, la recesión global del 2009 y ahora nueva vez el impacto mundial de los precios.

El país avanza institucionalmente, por supuesto en un proceso sinuoso pero hacia un destino, contamos con políticos bien intencionados, con funcionarios honestos trabajando largas jornadas a favor del país y una sociedad civil dispuesta a participar y a contribuir a la implementación de estrategias dirigidas a reformar el modelo.

No hay cabida al pesimismo cuando disponemos de  tantos factores positivos y como nación contamos con la bendición de Nuestro Señor Jesucristo, que en los momentos más difíciles no ha abandonado a su pueblo, el único cuyos padres fundadores construyeron sobre el lema “Dios, Patria y Libertad”, y en su escudo se destacan la Santa Cruz y la Biblia.

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