FIDELIO DESPRADEL
Manuel Salazar y yo, por solicitud de Miguel Ángel Muñiz, accedimos a acompañarlo, en un lugar público, para escuchar opiniones políticas del licenciado Pedro de Jesús Candelier. Ambos, tanto Manuel como yo, ante la solicitud de Miguel Ángel reaccionamos en la misma forma: Primero: somos dirigentes públicos, con posiciones políticas y actitudes muy diáfanas, sostenidas por muchas décadas, y el licenciado Candelier es un candidato presidencial, dirigente de un partido reconocido.
Segundo: tanto Manuel como yo profesamos un respeto hacia Miguel Ángel Muñiz, que en mi caso viene desde los primeros años de la década del 60, y en el caso de Manuel, de aquellos momentos en que este era un simpatizante, y luego un militante del MPD, y el «flaco» Muñiz uno de los dirigentes históricos del ala más revolucionario de esa organización revolucionaria, junto con Otto Morales, Maximiliano Gómez (el Moreno), Amín Abel, en los duros momentos de la táctica Hilda Gautreaux y del exterminio de los emepedeistas por parte de las fuerzas «incontrolables» a la orden de la misión militar EU y del gobierno de los «12 años». El otro aspecto es que Miguel Ángel Muñiz, con sus 76 años, le dedica todas sus energías a la actividad propia del militante revolucionario que ha sido desde principios de los 60.
Parece que los asesores del licenciado Candelier querían que esa reunión casual pareciera una «reunión con la izquierda», y es así que en el mismo momento en que hablábamos, las ondas hertzianas de «la Z 101» suspendían su programación habitual para informar del inusual encuentro. Nada tengo que criticar de este comportamiento, tanto de «la Z 101» como de los asesores del licenciado Candelier. Paso entonces a establecer posiciones de lugar.
Primero: Es claro que la referida reunión, en función de la política que defendemos tanto Manuel Salazar como yo, se realizó en un momento inapropiado. Porque nuestra tarea central es promover una propuesta política, que hemos denominado de Convergencia, para «rescatar las reservas patrióticas de la Nación», y lo central hoy es acumular fuerzas propias alrededor de esa política.
Segundo: Todos nuestros esfuerzos (y creo hablar tanto a nombre propio como de Manuel) están dirigidos hoy en día a construir y promover esa política de Convergencia, la cual está dirigida a los ciudadanos y ciudadanas, y a las organizaciones políticas y sociales, afines con estos objetivos. O sea, no es una política de «frente», de «bloque» o de suma de organizaciones, sino una acción política al interior de la sociedad, dirigida fundamentalmente a los segmentos más avanzados de los sectores sociales afectados por el modelo económico, político, social y cultural que le han impuesto al país.
Tercero: Es una política en construcción. O sea, no se trata de un pacto de elites dirigentes que «sabemos muy bien» lo que hay que hacer y entonces «llamamos» a los demás a seguir nuestros pasos. Se trata de una política en construcción, cuyo punto de partida es la necesidad de unir «las reservas patrióticas de la Nación» para acumular las fuerzas necesarias para desplazar del poder a la «oligarquía política» constituida por la cúpula de los tres grandes partidos, y a la «oligarquía económico- social», beneficiarios ambos del modelo impuesto a la nación en las últimas cuatro décadas. Y es una política en construcción en medio de un proceso electoral, el cual es espacio adecuado para construir dicha política.
Cuarto: Acogiéndonos a la propuesta pública formulada por el MIUCA-PCT, de poner su reconocimiento electoral al servicio de un esfuerzo «para rescatar las reservas patrióticas de la nación, he estado embarcado, junto a muchos otros hombres y mujeres, y organizaciones, en un esfuerzo por «construir una candidatura» cónsona con esa política de Convergencia, lo cual conlleva la construcción de la propuesta, de un programa o camino para construir tal programa y de «un rostro», y muchos «rostros» que expresen tal política. Y ese «rostro», en el caso nuestro, es el de Guillermo Moreno, compañero de lucha y ciudadano que reúne las condiciones necesarias para representar, en el momento actual, los esfuerzos de las fuerzas patrióticas de la nación para acumular fuerzas en dirección de desplazar del poder a la oligarquía política y económico-social, beneficiarios del actual modelo.
Por tanto, lo que está en nuestro actual es unirnos con las organizaciones y ciudadanos que comparten esta política de corte patriótico y progresista. Es posible que la crisis en curso, tanto a nivel internacional como nacional, planteen en algún momento la necesidad de construir puentes con otros sectores políticos, distintos a los que nos agrupamos, y nos agruparemos en el esfuerzo de Convergencia, pero ese no es el caso hoy. Por lo tanto, la conversación sostenida con el Lic. Candelier no puede verse, en Manuel Salazar y Fidelio Despradel, más que como un gesto de respeto para con Miguel Ángel Muñiz, nuestro camarada de décadas de lucha.