La reunión social de la comisión bilateral de alto nivel

La reunión social de la comisión bilateral de alto nivel

El pasado jueves 10, los comisionados de alto nivel de Haití y Dominicana se dieron cita en el atrayente e idílico enclave turístico de Juan Dolio, para celebrar su tercera y última reunión de ese rango y firmar numerosos acuerdos, donde se soslayó con cierta diplomacia el tema migratorio ya en proceso de definición y solución por las leyes y reglamentos que el Gobierno dominicano ha tenido que evacuar para complacer las exigencias internacionales.

El encuentro de Juan Dolio se asemejó a una reunión social de buenos propósitos de amigos, que tenían tiempo por reunirse, para dejar de lado sus mutuas suspicacias de la buena fe de las partes y sus ancestrales temores de que una de las partes siempre quiere perjudicar al más débil.

El contundente y valioso discurso de bienvenida del ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, hizo renacer las esperanzas de que el orgullo nacional por la soberanía no se ha perdido en la forma tan elegante como plasmó nuestras quejas por las diferencias comerciales y migratorias, en donde la mala fe haitiana está siempre presente, por aquello de imponer antojadizas y arbitrarias prohibiciones a los productos criollos de tan amplia aceptación de los mercados occidentales.

La firma de los diversos acuerdos comerciales, y el anuncio del canciller haitiano de que generosamente rebajaron el precio de los documentos que necesitan sus nacionales para obtener permiso de residencia dominicana para poder trabajar y residir legalmente en el país, fue una concesión pírrica destinada a incentivar de manera más abierta el éxodo haitiano hacia la parte oriental de la isla, ya saturada de una masa humana que ha crecido inusualmente y desborda casi todos los servicios de salud desde Santiago hasta Dajabón.

Los dominicanos iniciaron el camino de sacudirse de la indolencia para enfrentar el problema migratorio, a contrapelo de la reacción hemisférica que se produjo en el mundo occidental en contra del país, a raíz de la sentencia de septiembre pasado promulgada por el Tribunal Constitucional. La misma fue el punto de inflexión de que por fin el país iba a enfrentar un problema que solo servía para beneficiar a quienes se aprovechaban de una mano de obra mal pagada, pero estimulaba al éxodo por sus propios gobernantes para provocar la crisis que explotó cuando hubo necesidad de buscar nuevos bajaderos y hacer la sentencia más potable, asimilable y aceptada por casi todo el mundo con excepción de grupos ultra nacionalistas, que cada día y con rabioso afán denuncian el entreguismo del presidente Danilo Medina, y más ahora después de la reunión del pasado jueves con los amigables resultados de ese evento.

Ahora se volverá a la comisión binacional de expertos. Es una salida diplomática a una crisis para quitar presión a los altos dirigentes de ambos países que descargan responsabilidades en subalternos. La experiencia de esas escasas reuniones que se celebraron, fue por la falta de interés en los altos niveles, y de ahí la escasez de las mismas sin que sus decisiones redundaran en beneficio de un mejor entendimiento entre los dos países.

De todas maneras ese encuentro binacional fue muy positivo, y para los dominicanos resulta como un catalizador tremendo debido a que desde nuestras creencias ancestrales, formadas por una prédica de años y reforzada por la prédica deformada de la historia, como es contada nuestra azarosa vida de avatares, que al haitiano se le veía con temor cuando como niños, y si nos portábamos mal nuestros padres o la servidumbre nos asustaban diciendo que por ahí venía un haitiano para llevarnos y castigarnos y nunca más volver a nuestros hogares.

Otro intento, otro panorama y otras necesidades. Lo más importante ahora que el país se empeña en hacer cumplir su sentencias, leyes y reglamentos de regularización de residencias para que de aquel lado se convenzan de que los dominicanos van en serio, que sin importar la corrupción que aflora siempre en la isla y mancharía el proceso, el objetivo es crear un clima para relaciones maduras y responsables, sin las improvisaciones e infantilismo que hasta ahora las han caracterizado.

 

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