La «Revista»

La «Revista»

Desnaturalizados los propósitos que le dieron origen, la denominada «Revista» ha pasado a ser motivo de tormento en un país que vive de los aplazamientos.Por un lado los conductores, que saben perfectamente cuándo les corresponde «sacar» la Revista, son mayoritariamente presas del olvido hasta que son despertados por los agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), que frecuentemente se exceden en su celo al retener licencias de conducir.

Por otro lado, las autoridades correspondientes no siempre tienen a tiempo los marbetes que se colocan en el parabrisas de los vehículos y esto provoca tumultos e incomodidades.

Pero quizás lo más desconcertante de todo es que tantas molestias no tienen más meta que engrosar los ingresos fiscales, por haber quedado en el olvido el verdadero propósito de la «Revista».

Fue en tiempos en que dirigía el Estado el doctor Joaquín Balaguer que se estableció un procedimiento de revisión técnica que tuvo en sus inicios el sano propósito de establecer y certificar las condiciones de funcionamiento y seguridad de los vehículos de motor.

Como muchas cosas en este país, esa revisión se corrompió y sus verdaderos propósitos fueron simplemente olvidados hasta degenerar en un simple impuesto que causa muchas molestias y sobresaltos y que aporta nada ni influye en nada que tenga que ver con el tránsito.

–II–

Si lo que se procura es generar ingresos fiscales, el impuesto correspondiente a la «Revista» debería quedar «encriptado» en cualquiera de las obligaciones que corresponden a conductores y choferes, y cobrado conjuntamente con la renovación de las placas o las licencias, en los plazos fatales que correspondan a estas renovaciones. Así se ahorrarían molestias las autoridades de Tránsito Terrestre, los conductores y hasta los agentes de AMET.

Ahora bien, en este país hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para garantizar que por las vías públicas solo circulen aquellos vehículos que reúnan las condiciones mínimas de funcionamiento y seguridad. Lo ideal sería que la desnaturalizada «Revista» vuelva a llenar el cometido que le dio origen, en vez de ser un impuesto revestido de molestias y sobresaltos.

En otros países, las regulaciones del tránsito le dedican atención de primer orden a las condiciones de los vehículos, como forma de mejorar las condiciones de seguridad y disminuir los riesgos que representan vehículos con desperfectos en los frenos, neumáticos en malas condiciones, luces defectuosas y otras averías.

La vocación fiscalista de nuestro Estado ha desnaturalizado muchas cosas útiles, de entre las cuales no pudo escapar la «Revista».

No tiene caso que conductores y autoridades se vean acosados por tantas molestias por algo tan inicuo como es en la actualidad la mal llamada «Revista». Dediquémosle el esfuerzo que se gasta en el cobro de este impuesto a cosas verdaderamente útiles y necesarias, como es verificar y certificar las condiciones de funcionamiento de tanta chatarra que circula por nuestras vías.

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