La revolución: cultura anti-dieta y la alimentación intuitiva

La revolución: cultura anti-dieta y la alimentación intuitiva

Elegir qué comer es una decisión poderosa con repercusión en muchas áreas de la vida. 
Una dieta restringe ese poder de decisión, no te enseña a comer; solo trabaja a un nivel superficial en donde el cambio permanente no existe. Por eso,  cambiar un hábito tiene mucho más poder que solo seguir una dieta.

¿Se trataría entonces de enseñar a bajar de peso, o de enseñar a cambiar los  estilos de vida? El objetivo sería fomentar una relación saludable con los alimentos, ahí es donde entra el enfoque de alimentación intuitiva, la cual se basa en hacer que comer sea una experiencia positiva, cognitiva y atenta, aprendiendo a separar el hambre física del deseo emocional de comer, fijándose en el autocuidado al hacer elecciones de alimentos que lo hagan sentir bien, eliminando la preocupación y la ansiedad por los alimentos.

La alimentación intuitiva, claramente no es una dieta, de hecho, es exactamente lo contrario: no hay que contar calorías, no se prohíben alimentos, no se trata de seguir un plan de comidas o medir las porciones.

En cambio, es  una filosofía que anima a escuchar el cuerpo  en busca de  señales de hambre y satisfacción:  comer cuando tenemos hambre y parar cuando estamos llenos.

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