Los beneficios del uso racional de la música alternado con espacios de silencio y reflexión, han sido más que demostrados en las guarderías, preescolares, escuelas primarias y en el hogar.

El uso inteligente de canciones y rimas melodiosas, el desarrollo de las cualidades rítmicas, el conocimiento de timbres instrumentales, impulsa y potencia en los niños, por más pequeños que sean, muchas de sus condiciones intelectuales y emocionales, como son: Integración personal, aprendizaje de lectura y matemáticas, incremento del vocabulario, creatividad y memoria; desarrollo motríz, elevación de la autoestima.

Hacer y escuchar música permite que las emociones y los sentimientos fluyan con facilidad en el niño.

Quienes no están en contacto con la educación musical, apenas sospechan la cantidad de conceptos (del lenguaje, geográficos, históricos, de los valores y la ética, de la naturaleza) que una sencilla canción  enciende en el alma a un niño.

Comencemos a integrar la buena música, con volúmen agradable y sin estridencias, como una parte habitual de nuestro diario vivir, mientras nos deshacemos de los ruidos nocivos y abusivos para nuestro organismo. Y si somos madres en espera o con recién nacidos, comencemos a nutrir a nuestros bebés con amorosos sonidos.