Un adolescente no percibe una ruptura amorosa de la misma forma en la que lo hacemos los adultos. La psicóloga escolar Sheyla Montilla asegura que lo hacen de una manera completamente diferente, ya que se ven involucrados el proceso de madurez y el proceso de enamoramiento en sí mismos. En ese sentido, aunque en muchos casos
puede tratarse de un amor fluctuante o superfluo que una vez terminado no hace mella en el joven, en mucho otros se tratará el “amor de su vida” y podrá afectarles emocionalmente a un nivel que -como nos cuenta Montilla- dependerá del “nivel de apego” que el adolescente tenga por esa persona.
El problema. Una ruptura amorosa causa dolor, pero las emociones pueden salirse de control provocando perspectivas erróneas en la situación. Cuando un adolescente está pasando por un contexto de este tipo Montilla afirma que se comienza evaluando los procesos de apego. “Se va a la parte familiar para identificar qué es lo que lo llevó a desarrollar esa necesidad emocional de tener esa persona a su lado”. Es por eso que la familia, en especial los padres, juegan un rol fundamental como soporte ante las situaciones comunes de la vida, que incluyen el dolor y, en este caso, una desilusión amorosa.
Reacciones adolescentes. Es importante destacar que un joven con una buena autoestima afrontará la situación de una forma diferente al que tiene problemas en esta área.
Para el joven que atraviesa una relación amorosa es probable que surja una depresión, sienta desaliento o tenga pensamientos derrotistas como “nada me sale bien”, “no sirvo para nada” y en casos extremos hasta considerar el suicidio, explica Montilla. Una recomendación de esta especialista para al joven o jovencita que atraviesa una ruptura amorosa es analizar “qué aportaba esa persona a tu vida, en qué aspectos tú entendías que te sumaba y en qué aspectos tú le sumabas a esa persona”.
El papel de los padres. Para Montilla, un aspecto fundamental es el que los padres favorezcan un clima de apertura y confianza con sus hijos. “La mejor orientación es desarrollar en ellos el nivel de confianza, el poder establecer y mostrarles a ellos que no solamente se puedes acercar cuando hacen algo mal, que también para lo bueno y lo malo se pueden acercar a ellos”.
Señala que es un error minimizar -así como magnificar- los sentimientos de sus hijos tanto como los de cualquier otra persona y que, por el contrario, deben darle apoyo y motivación. “Su papel es el de a ayudarles a ver que la vida no se detiene porque ya no están con esa persona, sino que van a tener muchísimas otras experiencias y entender que todo el mundo llega a tu vida con un propósito, para uno crecer, para aprender a recibir, pero también a dar”, explica.
Montilla recomienda a los padres que a pesar del ritmo acelerado de estos días traten de pasar tiempo de calidad con cada uno de sus hijos.